lunes, 4 de junio de 2018

radiolarios




Además de ser un extraño animal, el radiolario es una broma de la familia por parte de madre. La broma viene de la inutilidad del uso del diccionario que había en casa, heredado del abuelo Juan, para intentar saber en qué consiste este animal y qué apariencia tiene. Era una definición que ya todos nos la sabíamos de memoria por lo estrafalaria e inútil que resultaba: animal protozoario rizópodo cuyo protoplasma periférico emite pseudópodos radiales. Yo siempre me he imaginado un erizo de mar del tamaño de un paramecio. La Wikipedia nos dice que los radiolarios (Radiolaria o Radiozoa) son un grupo de protistas ameboides que producen intrincados esqueletos minerales (casi siempre de sílice), que se encuentran como zooplancton en el océano. Y que producen un esqueleto que puede tener una estructura muy elaborada y de gran belleza, con una apariencia opalina. Del cuerpo de la célula salen numerosas proyecciones denominadas "axopodios" que le dan una apariencia radiada y le sirven al organismo para el movimiento y para capturar pequeñas presas. Comprenden actualmente unas 1000 especies vivas. No nos saca mucho de dudas, solo que nos añade la imagen de una costra opalina formada por esqueletos microscópicos en el fondo de los mares.

Estos axopodios en su versión familiar fueron el origen del grupo musical creado por los hermanos pequeños para amenizar las fiestas familiares y que se llamó Los Pseudópodos Radiales. Una vez desintegrado el grupo, Pablo, el batería, formó un nuevo grupo de corte pop, que se llamó Los Pseudópodos, que más tarde derivarían a una música más melódica e íntima, lo que hizo necesario un cambio de nombre: Falsos pies. Sacaron un disco de vinilo en 1987 con cuatro canciones titulado Días y días, cuya carátula diseñé.

Los dibujos aquí mostrados del biólogo alemán Ernst Haeckel, fascinado con las medusas y que tantos dibujos rayanos a lo psicodélico nos regaló, fueron publicados por él mismo en un libro sobre los radiolarios (Radiolaria) en 1862, con impresionantes ilustraciones, y que resultaría premiado, recién convertido en profesor asociado de zoología en la Universidad de Jena y, gracias a la estabilidad que ello suponía, recién casado.

La repentina muerte de su mujer con solo 29 años, año y medio después de su boda, sumergió a Haeckel, formado en la era romántica, en un abismo del que solo pudo salir gracias a las medusas. En sus formas etéreas vislumbró un reflejo de su gran amor Anna Sethe. Un día dio un paseo en Niza y vio una medusa en un estanque de rocas: Disfruté varias horas felices viendo el juego de sus tentáculos que cuelgan como adornos de cabello rubio desde el borde de la delicada gorra de paraguas y que con el movimiento más suave enrollarse en gruesas espirales cortas. Hizo un boceto y nombró a la especie Mitrocoma Annae (la diadema de Anna, su mujer). Un año después de completar el libro de medusas, un poderoso trabajo en dos volúmenes que describe 600 especies, Haeckel hizo construir una casa en Jena. Lo llamó Villa Medusa y decoró los techos con frescos de medusas que más tarde aparecerían como litografías en su clásico libro Art Forms in Nature (1899-1904).

Pero recordad: antes que las medusas, fueron los radiolarios.

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