viernes, 15 de mayo de 2020

la anciana avarienta en el juicio final

Una vieja campesina muy flaca estaba ante el ángel del Juicio. Exactamente detrás de ella estaba el pozo sin fondo, lleno hasta el borde, en el que nadaban y forcejeaban los condenados, presa de la desesperación. El ángel le preguntó si recordaba alguna buena acción en su larga y avarienta vida. La anciana no recordaba ninguna. El ángel gritó: ¡Piensa! ¡Piensa! ¡Ni siquiera una? Mientras, la empujaba hacia el pozo. En el borde mismo, la campesina exclamó: ¡Una!¡Sí, una!... En cierta ocasión había dado una cebolla podrida a una mujer hambrienta. El ángel la empujó al interior del pozo. Luego le ofreció, por el tallo, una cebolla podrida. La anciana se agarró a ella y empezó a salir del pozo. Pero otras almas desesperadas se le agarraron de la falda y también salían con ella. La campesina empezó a repartir patadas y a gritar: No; la cebolla es mía. ¡Soltadme! ¡La cebolla es mía! El tallo se rompió y la anciana descendió para siempre al pozo sin fondo.
Ford Madox Ford en El impulso. Alba Editorial. Barcelona 1998. Traducido del inglés por José Luis López Muñoz

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