En la Edad media existió aquí una ciudad amurallada de 33 hectáreas construida sobre los restos de una anterior oretana. En su construcción se aplicaron distintas técnicas. La primera de mampostería, se asienta directamente sobre la roca cuarcítica. Sobre ella se desarrolla una segunda, del mismo momento, en la que una sucesión de tapiales encerados de piedra trabados con cal y puzolana le han dado el aspecto grisáceo que posee. Sus esquinas se reforzaban con sillares, con la marca del cantero.
Los primeros restos corresponden a un castillo árabe, luego reconstruido y rodeado de una muralla para contener una pequeña población por Alfonso VIII. Durante el asedio árabe, que culminó en la batalla de Alarcos (1195), la muralla seguía en construcción, pues la gran zanja de ésta fue aprovechada para enterrar todos los restos mortales de cristianos y caballos revueltos, que han sido hallados en las excavaciones posteriores. Fue después también ciudad árabe hasta la batalla de las Navas de Tolosa (1212). Alfonso X reutilizó sus materiales para la construcción de Villa Real en el sitio del Pozuelo Seco de Don Gil, lugar de descanso en el viaje de Toledo a Andalucía que estaría situado en la actual Plaza del Pilar. Los restos de la antigua ciudad quedaron para siempre abandonados. El tiempo la convirtió en un simple cerro, hasta que las excavaciones iniciadas en 1984 la sacaron a la luz.
¡Me guastan estos dibujos de ruinas!
ResponderEliminarPues las ruinas te gustarían más.
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