sábado, 30 de septiembre de 2017

el huingán




De la misma familia que nuestro lentisco, es un arbusto originario de Sudamérica, especialmente de la Patagonia, de tres a diez metros de alto, de ramas pendientes que nacen casi de la base del tronco de color ceniciento y tortuoso y que mueren formando espinas, hojas simples, alternas y lanceoladas, flores blancas o amarillas y pequeñas en racimos axilares y frutos druposos y negruzcos de tres a cinco milímetros de diámetro.

Este nombre se lo pusieron los mapuches y es de las pocas palabras que se conservan de su habla original mapuoungun, que no tenía escritura, y significa árbol de la tierra. Los científicos lo llaman schinus polygamus.

Una infusión de sus hojas tiernas viene de maravilla para los cólicos estomacales y la resina para curar heridas y cicatrizar. También es antihipertensiva y diurética. Si la infusión lleva también corteza resulta emenagago.

En el Retiro, cerca de la Puerta de O'Donnell, en la orilla de un pequeño estanque con patos y palomas, hay dos viejos ejemplares. De uno de ellos corresponde el dibujo y la rama fotografiada.

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