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Francesca dibujando en un museo de Verona en 1966 |
Aunque la familia regresa a Boulder, Francesca Woodman pasaría sus veranos en Italia donde, eventualmente, los Woodman compraron una granja en Antella (a las afueras de Florencia). Durante esta época los Woodman asistían asiduamente a museos y galerías. Los padres dejaban a sus dos pequeños deambular libremente; acordaban una hora de encuentro y los chicos podían vagar por los recintos a sus anchas. Francesca siempre llevaba unos cuadernos y lápices. Pasaba horas dibujando mientras usaba como referencias las pinturas que observaba. Le interesaban especialmente los retratos femeninos con textiles ampulosos. Informe Francesca Woodman en Oscar en fotos Probablemente su gusto por los escenarios bucólicos y decadentes no se entiende sin ese contacto con el viejo mundo. Empezó a hacer fotografías a los 13 años, en blanco y negro, de pequeño formato y casi siempre con ella misma como protagonista. Imaginaba libros para aquellas imágenes que pegaba en sus cuadernos y diarios. La naturaleza (ramas, bosques, pájaros...) y las casas (paredes, muros, ventanas...) jugaban un papel fundamental en la composición, había algo siniestro en aquella densidad simbólica, historias llenas de melancolía y tristeza con ella como único centro de todo. Solo llegó a publicar un libro, "Algunas geometrías interiores desordenadas" de los años 80 y 81 (algunas páginas en la parte superior de esta entrada)
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