jueves, 3 de noviembre de 2016

chin chin chino




En China el consumo de alcohol nunca ha sido considerado de manera negativa o culpable, incluso la ebriedad se acepta siguiendo una sola regla intangible: nunca beber solo. Este imperativo es el origen de dos costumbres, ambas muy delicadas, que se aplican particularmente durante los banquetes y las comidas de festejo.

La primera estipula que el vaso de cada convidado debe estar siempre lleno, cosa que perturba con frecuencia a los extranjeros que ven el hecho de llenar el vaso de quien no desea, por un lado, un desperdicio inútil y, por el otro, una manera de "empujar al consumo", percibida como una agresión. Así pueden verse, en los banquetes, extranjeros rechazando con agresividad que se llene su vaso, actitud que pone doblemente en aprietos a su anfitrión. La cortesía china parte de principos muy simples y el más evidente es que el invitado debe estar siempre satisfecho. Por tal razón, cuando bebemos alcohol el vaso debe estar siempre lleno. El hecho de que desee beber o no le corresponde únicamente al invitado. Dejar el vaso del invitado vacío es una falta de delicadeza, puesto que es encerrarlo entre el disgusto de no poder beber a voluntad y la humillación de tener que pedir que sea servido.


La segunda costumbre fundamental estipula que nunca se debe beber solo. Quien desea beber debe invitar por lo menos a otro para hacerlo en compañía. Puede invitar a quien sea, a toda la concurrencia si lo desea, pero debe forzosamente invitar a otra persona a brindar con él. Para la persona que preside, es una obligación que debe a cada uno de sus huéspedes, y estos a su vez deben corresponder, durante la comida y uno a uno, con otro brindis.


Los comensales pueden igualmente invitarse mutuamente y, como los festejos chinos son raramente de menos de ocho cubiertos, se entiende la razón del pequeño tamaño de los vasitos chinos para el alcohol. podemos también imaginar, dentro de la gran cantidad de invitaciones, todos los diferentes mensajes sutiles y tenues que esta costumbre permite pasar de manera tan eficiente como discreta, entre por ejemplo los convidados que han sido invitados dos veces seguidas, aquellos que "se olvida invitar", aquellos a los que no se les contesta la invitación, etcétera.

Cuando deseamos invitar a alguien a brindar, la gran cortesía impone hacerlo de pie con el vaso en las dos manos (la izquierda sosteniéndolo por abajo), se levanta el vaso en dirección de la persona que se invita, diciéndole: wô quîng nî hë jiû, literalmente: yo invito a beber vino. Esta fórmula tan formal se resume frecuentemente en la simple palabra "invito", pronunciada en tono ascendente, lo que provoca que la final "g" se trague y solo se oiga "chin"


Otro principio de la cortesía china toma el relevo, el que prescribe el deber de honrar a su interlocutor rogándole beber primero. La persona invitada debe regresar la invitación bajo su fórmula abreviada "chin". Habiendo asistido a estos intercambios, entendemos la razón por la cual los franceses trajeron a Europa la costumbre de brindar diciendo"¡chin'chin!".


CyrilleJ.-D. Javary en 100 palabras para entender a los chinos, SigloXXI editores, 2014

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