Por aquellos días nos bañábamos en esta piscina. Martín había nacido un días antes en un parto complicado donde el padre se puso tan nervioso, para pasar a la sala de partos, que se encajó en la cabeza uno de esos zapatos verdes como si fuera el gorro y tenía el aspecto de un churrero. Toña y Enrique paseaban por la India y en Madrid habían derribado el Cine Metropolitano y la grifería de la calle Cruz estaban desmantelándola los albañiles. Yo pasé con mi cámara para salvar lo que quedaba, pero el compungido dueño me dijo que no quería añadir más dolor a su dolor. Hoy queda solo el grifo gigante que servía de reclamo en la calle.
Mi tío Paco estudió Medicina en la Facultad de San Carlos, y malvivía en una pensión barata de la calle Cruz, donde ya había vivido su padre. Paseando con él por esta calle, me dijo que recordaba esa grifería de sus años mozos, y especialmente ese grifo tan grande de la fachada.
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