lunes, 17 de junio de 2013

costa de sines y setúbal en ferry











El camping es un bosque de eucaliptos semiabandonado. Silencioso. Hay roulottes con las ruedas pinchadas y los cristales rotos. Una señora barre las hojas mientras el sol entra entre los árboles.

Las playas de Portocovo están encajadas entre las paredes de los acantilados y algunas se comunican por cuevas cuando la marea baja. Nos instalamos en una rebonita de las primeras al norte. Se baja por una pequeña escalera serpenteante y tiene dos manantiales de agua, uno de ellos convertido en ducha. La gente toma el sol desnuda. Niños, jóvenes y abuelas con el sexo perdido entre las carnes. Hay una pija que ha vallado su territorio. Está negra y no para de hablar por el móvil. Me baño entre las fuertes olas, el agua fria, del Atlántico. Dibujo entre baño y baño. Es gracioso verlos haciéndose fotos buscando una roca que les tape sus partes.

Por la tarde vamos al Lago de San Andrés, pasado Sines, que es una entrada de agua que se produce con la marea alta. Aquí el agua está caliente. Damos un paseo y seguimos la costa en coche hasta la península de Troia. Alcornoques, pinos, campos de arroz. La península separa el Atlántico de la desembocadura del Sado. Se han encontrado yacimientos romanos donde ya se extraía sal para la salazón de pescados. Nosotros esperamos el ferry en la orilla interior. Es un mastodonte metálico que han pintado de verde pistacho. Vemos el horrible complejo hotelero que construyeron en la punta y el poco trayecto de agua que hay hasta la costa de Setúbal.

La entrada a Setúbal es insuperable, justo al centro, viendo como se amontonan unas casas sobre otras. Paseamos por el bulevar de la Avenida de Luiza Todi, donde aparcamos. La Praça de Bocase con su iglesia manuelina, las pequeñas calles paralelas, que se diría abandonadas si no fuera por su piso nuevo, callejuelas y largos intercalados. En San Julián están de fiestas, terrazas y quioscos alrededor de una pista frente a un gran escenario, como un baile de pueblo donde no sale ninguna. Allí cenamos unos montados con Sagres.

De vuelta al coche, encontramos la Sociedade Musical e Recreativa Uniao Setubalense, un bar antiguo y grande con instrumentos de viento colgados en las paredes y vitrinas llenas de trofeos. Un grupo grande juega a las cartas mientras parejas desdentadas miran. El techo, alto, es de madera pintada de blanco sobre vigas de hierro remachado rojas. La barra forrada de azulejos. El viejo camarero con cara de enfado. Pedimos un galao, pero no hay leche y me bebo otra Sagres mientras dibujo.

Kms acmdos 727,9. Gastos acmdos 106,22. Media Gastos 46,30 diarios dos personas.

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