En Évora, ya en Portugal, paseamos por sus calles y bebemos cerveza en una terraza de su plaza mayor, Praça do Giraldo, de 1571, rodeada de arcos. Un coro canta en un rincón. En San francisco vemos la Capilla de los Huesos, con los restos de 5.000 monjes. Subiendo la cuesta está la Sé con dos torres robustas y un bonito pórtico amarillento en la entrada. Nos entretenemos con las marcas de las piedras. Detrás, se levanta el templo romano dedicado a Diana, lo que queda de él.
Ya es tarde y nos gustaría ver atardecer en el Cromeleque (Crómlech) dos Almendres, un recinto funerario del Neolítico muy cercano, por la nacional 114, un lugar mágico. Cuando llegamos el sol se va a esconder detrás de los alcornoques y alarga las sombras de las piedras. Se acerca el Solsticio de Verano y resulta interesante esta visita. Unos guiris han tenido la misma idea, sacan sus sacos de dormir y duermen junto a las piedras. Es un sitio apacible y a la vez impresionante. Un montón de pedruscos (monolitos de hasta tres metros de altura, algunos de ellos grabados) de pié formando dos óvalos concéntricos y otros dos círculos más pequeños en el Este. En la parte interior del lado contrario una piedra con aristas en el suelo, como un altar. El suelo está inclinado para recibir la luz del amanecer. Hago varios dibujos, abrazo las piedras, fumo sobre el altar esperando que el sol se ponga. Nos comemos unos bocatas y dormimos en la furgoneta, junto a las grandes piedras, esperando que en los sueños nos hablen.
445 kms. 26,20 euros dos personas.
Sao sítios mágicos... Como este onde estou agora, no Perito Moreno.
ResponderEliminarTampoco está mal, me pilla un poco lejos
EliminarPrecioso relato y dibujos. Supongo que dormiríais muy bien
ResponderEliminarLas estrellas nos acompañaron
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