miércoles, 19 de junio de 2013

castillos y monasterios








Cuando apenas acabamos de salir, nos encontramos Óbidos encaramada a un monte, recogida en su muralla. En el hall de entrada, un impresionante balcón con azulejos representando el prendimiento y el huerto de los olivos, y después calles estrechas empedradas donde bichean los turistas entre las tiendas y los bares. Recorremos gran parte de su muralla desde la que vemos hermosos patios irregulares, construídos en el tiempo sin ningún plan. El castillo está en la parte superior, convertido en Pousada. Es un pueblo bonito, monumento nacional desde el 51, que vive del y para el turismo, por lo que le suponemos noches tristes recogiendo gallos, muñecos templarios, tejas pintadas... y contando dinero.

En 1488 se abría el hospital termal construído por orden de la reina Leonor, mujer de Joâo II, a partir del que se creó Caldas da Reinha. Ahora queda un edificio fantasmagórico, abandonado, los pabellones de 1927, en el parque D. Carlos I que es la maravilla de la ciudad, con los encantos de los principios del siglo pasado: fuentes, lago, quiosco de música, viejos árboles, grandes enredaderas que se han engullido las columnas, el Museo José Malhoa, su paseo de plátanos gigantes.

En Alcobaça, dibujo su gran plaza triangular desde la taberna taurina O Capador, donde cuelga una buena colección de fotos. Enfrente, la impresionante Iglesia gótica rodeada del monasterio. La iglesia es austera y elegante, las columnas no parecen terminar nunca. En los laterales del crucero están las tumbas del rey Alfonso y de Inés de Castro, sujetadas por unos frailes tumbados como esfinges.

En el Monasterio de Batalha (se refiere a la batalla de Ajubarrota) oímos a la Orquesta de Cámara Portuguesa, en la Sala Capitular del Claustro de Don Joâo I. El Claustro de D. Alfonso V, las Capillas Imperfectas, que nunca se acabaron de hacer y su techo es el cielo.

Finalmente llegamos a Leiria, con un cielo amenazante. Subimos al castelo y luego aparcamos frente al Lyceo Rodrigues Lobo, en un jardín a la ribera del río Lis, que deja oirse a su paso encajado entre rocas. Visitamos la parte vieja, entre el castillo y el río. Bonitos rótulos y viejos anuncios. Más consignas contra la Troika y el gobierno, llamadas a la lucha y la huelga geral del 27. Nos tomamos un café en la Praça Rodrigues Lobo, junto al Parque Municipal. Al camarero le resulta extraño que no sea uno de esos pintores que bajan a la plaza a vender sus cuadros. Es un tío simpático y le pido que me pase las caricas que pueda. Me trae una de Sagres, de todas formas se agradece. El pueblo, de más de 50.000 habitantes, está muerto por la noche. Seguimos el río hasta el coche. Se pone a llover y nosotros a dormir. 

Gastos 17,70 euros. Acmdos 200,12. Media diaria 40,02.

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