martes, 1 de abril de 2025

alrededor del horno de leña de wladimir




    Maravilloso fin de semana cociendo piezas en el horno de leña de Wladimir Vivas en Pelahustán, Toledo, rodeados de gente maja, aprendiendo y compartiendo. Wladimir es un ceramista auténtico especialista en hornos cerámicos de leña, que construye él mismo con ladrillos refractarios y mucha sabiduría. Éste es su comentario en su blog de Infocerámica:

    Una de las cosas que más nos gusta a la mayoría de los ceramistas que cocemos en hornos de leña, es la posibilidad (o necesidad) de compartir la cocción con otros y otras colegas. En esta ocasión para una cocción de unas 40 horas era necesaria la colaboración, que fue posible gracias a dos profesores de cerámica, que movilizaron a alumnos de sus respectivas escuelas: Fernando Garcés, de la Escuela de Arte de Talavera de la Reina (Toledo), e Ícaro Maiterena, de la Escuela de Cerámica de La Moncloa (Maadrid).
    Entre todas estas alumnas y alumnos, además de otros amigos como Antonio Portela o Soledad Berrocoso, que aportaron piezas, comida o trabajo, conseguimos llevar a cabo una cocción que, como suele ocurrir en este tipo de hornos tuvo aciertos, desaciertos y alguna desgracia. Hay quien dice que un setenta por cien de piezas válidas ya es un éxito en un “anagama”. No sé exactamente en cuánto habrá estado el porcentaje en esta ocasión, pero, para mí, la cocción fue, si no un éxito, al menos muy satisfactoria.
    Otra cosa es que los resultados, con restos pegados, ceniza fundida encima de las piezas, “flashing”…, en resumen: el carácter “brut” (bruto, en castellano, o “sucio”, en catalán) no sea del agrado de todo el mundo.
    La cocción se desarrolló con unas 10 primeras horas muy lentas, incluso comenzando con un precalentamiento con gas, seguida de unas 20 horas en que el horno iba subiendo de temperatura a un buen ritmo. Las últimas 10 horas estuvieron dedicadas, más bien, a evitar que subiera demasiado deprisa. De este modo, casi sin querer, fueron cayendo los conos, sacamos los testigos que utilizamos para asegurarnos de que los esmaltes estén fundidos y, aunque el pirómetro se empeñaba en marcar de menos, dimos por terminada la cocción (posteriormente descubriríamos que quizá habría sido bueno alargar la cocción 3 o 4 horas).
    El hecho de que en esta cocción se han reunido tantos y tantas ceramistas es un reto, ya que es muy difícil que, sin pruebas previas de pastas, esmaltes y técnicas todo salga bien. Sin embargo, lo más importante para mi fue ofrecer la oportunidad de conocer este tipo de cocciones, ya que las posibilidades de participar son muy escasas, dado el número de hornos de este tipo que hay en nuestro entorno. En este sentido esperamos poder seguir ofreciendo esta oportunidad en el futuro.

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