sábado, 19 de abril de 2025

philip guston










    
Philip Guston, (Montreal, Canadá 1913 – Woodstock, Nueva York, 1980) en 1930, estudió en el Otis Art Institute de Los Ángeles durante tres meses pero fue en gran parte autodidacta. De 1935 a 1940, pintó varios murales para el Federal Art Project. Enseñó en la Universidad Estatal de Iowa entre 1941-1945 y más tarde en otras universidades. En 1950, había abandonado todas las referencias figurativas o realistas en sus obras. Su estilo característico se desarrolló poco después en su serie White Painting. Utilizaba pequeñas pinceladas en trazos repetidos para crear una delicada zona central de color sobre un fondo de lienzo blanco. Este estilo, con sus colores matizados y su tendencia lírica, ha sido denominado a veces como «impresionismo abstracto». A finales de los años 60, Guston volvió a la pintura figurativa, desarrollando una compleja y muy personal iconografía. Sus representaciones de cabezas ciclópeas, miembros del Ku Klux Klan y objetos cotidianos como zapatos, botellas y relojes, están pintados con deliberada crudeza en colores ásperamente discordantes.

    Es, como casi todos los historiadores han reconocido, un hombre de diálogo. Su trabajo es claramente cíclico. El tono de su pintura alterna lo tierno y lo estridente. Amante inveterado de la pintura del Renacimiento italiano, sus gustos van desde el sublime equilibrio de ciertos maestros del siglo XV – en particular el extraño aplanamiento de las formas practicado por Piero della Francesca y Paolo Uccello – hasta los oscuros sueños de los románticos. Lo irreconciliable es el rasgo distintivo de su vida. Alterna la serenidad de sus primeras pinturas figurativas y las abstracciones de los años 50 con las sombrías abstracciones de los años 60 y las obras de los 70.

    
Con la obra The Tormentors, pintada entre 1947 y 1948, Guston se sumerge en un proceso de despojo de las figuras y el objeto. Un proceso que continúa de forma más marcada en la abstracción de Red Painting de 1950. Con esta abstracción, Guston entró definitivamente en el ámbito de la pintura sin objeto, una tendencia que continuará en su trabajo durante la próxima década, ya que las pinceladas y los diversos grados de densidad de la pintura se convierten en sus componentes esenciales.

    En 1948 zarpó a Italia. Por primera vez tuvo la oportunidad de ver los originales de tantas obras que conocía de memoria a través de reproducciones. Pintaba poco, dibujaba constantemente, pero no guardaba los dibujos. Algunos dibujos realizados en Ischia, donde había huido «para escapar de la opresión de los maestros», son todavía visibles, mostrando al artista en un estado de ánimo muy provisional y cambiante. Sus peregrinaciones por Europa lo llevaron a España, donde examinó a El Greco y a Goya; a Francia, donde se emocionó con Cézanne y Manet, y a Venecia, donde admiró largamente a los «pintores pintores» Tintoretto y Tiziano.

    En los 50 comenzó a dibujar y a pintar de nuevo, pero de una manera diferente: «Quería ver si podía pintar un cuadro sin mirar al pasado, observar el lienzo y estar preparado para aceptar lo que pudiera pasar, sorprender a los críticos. En lugar de retroceder, sacar un cigarrillo y pensar, no detener mis propios esfuerzos, sino probarme a mí mismo, ver si mi sentido de la estructura era inherente. Me paraba frente a la superficie y seguía pintando durante tres o cuatro horas. Empecé a darme cuenta de que cuando hacía esto, no perdía la estructura en absoluto». Cuando se le preguntaba sobre su transición de lo figurativo a lo abstracto, Guston a veces hacía referencia a las primeras pinturas de árboles de Mondrian, que evolucionaron a través de un proceso de desconstrucción cubista.

    En 1967, después de una dolorosa separación de Musa, su esposa después de casi 30 años, y una tensa reconciliación tras el fin de una larga aventura con un fotógrafo, Guston se siente de nuevo desmoralizado. No sabe como encarrilar su pintura, y las formas que ha ido acumulado a lo largo de casi una década aún no están listas para revelarse completamente. Más tarde, estas figuras y cabezas oscuras y abstractas serán consideradas «prototipos», término usado por la crítica de arte Dore Ashton, pero por ahora, después de todas las exposiciones y críticas, Guston solo quiere retirarse del mundo del arte. A finales de 1969, Guston llenó su nuevo y gran taller con docenas de figuras encapuchadas representadas en varios ambientes. Las obras pequeñas dieron paso a lienzos cada vez más grandes. La pintura de 1969, The Studio, es un irónico retrato del artista y el más conocido de los «pequeños bastardos», como Guston solía referirse a estas enigmáticas figuras encapuchadas.

    
Continúa trabajando sin descanso y a mayor escala. Solo en 1976, 44 de sus grandes pinturas icónicas más conocidas salieron de su estudio. «Pinto 24 horas al día o más – duermo un poco y luego vuelvo – ahora está totalmente fuera de control», escribió Guston a Bill Berkson ese verano. «El teléfono ha estado apagado durante meses y no miro el correo hasta que un cuadro está terminado. Son grandes, de unos tres metros de altura, y se están apoderando de mí… Es un nuevo mundo «real» el que estoy creando, y no puedo parar. Del uno al otro, tengo la sensación de que siempre hay una imagen, la última. Pero luego viene la necesidad de entelar otro bastidor. ¡Tiempo, tiempo! ¿Es mi edad o realmente se necesitan cuarenta años o más para convertirse en un artista?»

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