Este bar, en la calle Palos de la Frontera, es denso denso. El aire está lleno de voces y el claqueteo de las fichas de dominó que los jubilados cuadran. De sus carteles tapados con espumillón navideño solo puedo leer:
el arte de tapear, aunque poco arte hay en unas rodajas de salchichón o choped, y alguna anchoa tiesa y salada. Curritos y abuelas fumadoras completan el cuadro de
figuras, que es como el camarero llama a sus clientes. Un lugar interesante, sin duda, como aquellas cantinas que antes había en los alrededores de las estaciones.
Doble de cerveza con doble tapa a 2,50 euros.
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