En 1998, un artículo en el periódico Lanza de José López de la Franca hacía una llamada de atención sobre el peligro de la desaparición del patrimonio urbanístico de Ciudad Real capital, haciendo hincapié en dos casas solariegas marcadas para desaparecer: La Casa de los tres Arcos, llamada así por el fotohistoriador Julián Alonso Rodríguez, en el número 13 de la calle de Los Infantes, la que sube de Azucena hasta la Puerta de Santa María, y su vecina Casa de los Poblador, dos puertas más abajo.
Describe la Casa de los tres Arcos como último ejemplar de arquitectura popular manchega que hoy subsiste en la capital de provincia. Obra poco común, que muestra en su larga fachada unas hermosas rejas decoradas con flores de lis tambaleantes. Igualmente su sencilla fisonomía interior asombra a todo curioso o visitante que pasen por debajo de los tres arcos mordidos por la cal, y que dejan al descubierto sus austeras formas arqueadas. Conserva en su exterior la entrada en piedra de sillería, cubierta bajo gruesas capas de blanca cal y, que los años sesenta, le fueron arrancadas las puertas de madera y en su lugar colocaron otras verdes de hierro mucho más pequeñas y de un pésimo gusto.
De la vieja casona de los Poblador nos quedan estas fotos de la fachada, del archivo del mencionado periodista, donde puede verse la única portada plateresca que quedaba en Ciudad Real. Nos cuenta José Golderos que en ella vivió un eminente farmaceútico con este apellido y que, en el siglo XIX, se reperesentaban en ella entremeses y comedias.
Hoy la fisonomía de Ciudad Real es bien distinta. El propio cambio de trazado y anchura de las calles de los antiguos barrios ha ayudado a su desaparición forzada. Nada queda de estos viejos caserones, que hoy son mediocres edificios de pisos.
En la foto inferior (de Google) puede verse cómo es en la actualidad ese tramo de la calle Infantes.
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