miércoles, 14 de septiembre de 2011

vuelta a la península





Siempre que acabamos el viaje aparece una especie de nostalgia del sitio, de los momentos pasados, del impacto de lo nuevo; y volvemos a las primeras experiencias. Es una especie de comparación de sentimientos entre las primeras horas y las últimas en un mismo lugar.
Recorremos la primera ruta. En las salinas recorremos la playa negra. Guiris arrancan esas protuberancias de olivina (neosilicato de hierro y magnesio de origen magmático) pegadas a las rocas negras.
Cuando ve esto Julián, se cabrea un montón, dice Miguel Ángel.
Los hervideros atruenan y salpican con estas olas tan grandes. Volvemos al primer restaurante que visitamos en El Golfo. En la terraza se está muy bien mirando la espuma y las gaviotas comiendo los restos de la pesca de hoy. Nos comemos unas gambas, unos pescaítos fritos y un arroz caldoso con carabineros regados con vino blanco malvasia sin etiqueta, riquísimo todo.
Devolvemos el coche y nos metemos en el avión. En Madrid hace más calor todavía. las cosas siguen igual, como si nada hubiera pasado: unos pinchos de tortilla en La Rosa, fruta recién traída de Ribafrecha y Enrique con su cuaderno dibujando a la gente. El Mundo sigue.

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