Me doy una vuelta por el mercado. Veo como lavan y pican plantas y tubérculos. Machacan los cangrejos con un almidez gigante y los pasan por la máquina de los chorizos (¿así se harán las famosas sopas de cangrejos?). Afeitan con maquinillas la piel de los cerdos con mucho cuidado. Hacen una pasta de carne y grasa que, más seca, venden como bizcochos. Otra parecida enrollan en un torno horizontal que giran sobre ascuas al modo de los turcos, pero dándole vueltas manualmente a través de una manivela. Setas, pescados y calamares secos. Cuchillos hechos a mano.
Me acerco al Lago de la Espada Restituida. Juegan al paddington con los pies, con unas zapatillas de ante especialmente anchas. Se pone a llover.
Hoy el Mausoleo de Ho Chi Minh es gratis. Nos quitan la cámara y los móviles. Nos chequean varias veces. El venerable anciano se ha convertido en una figura de cera custodiada por cuatro guardias en un gran espacio oscuro. A la salida nos devuelven nuestros trastos.
Vemos los coches que usó y su hermosa casa de madera junto a un lago. Alrededor, una serie de edificios franceses amarillos rodeados de jardines.
Volvemos al Café Dragón y luego al Jardín Botánico por la puerta principal. Es un lugar apacible, agradable, con grandes y diversos árboles, lagos, jaulas con animales, un pequeño museo de escultura contemporánea, una pagoda y un artilugio con aviones que dan vueltas a un cohete espacial lleno de niños. Dibujo un hermoso árbol. Beni se pone para ver las proporciones. En un momento está rodeada de niños.
La puerta trasera da al restaurante de los caracoles. No tengo moneda vietnamita suficiente y nos quieren clavar. Le calculo el cambio y le doy un dólar, que ya incluye la propina.
Por la tarde recorremos la zona de la Ópera. Al norte, las aceras están llenas de terrazas con cerveza de barril y riquísimos cacahuetes crudos. Visitamos otra vez el Café Moca. Aquí está el otro lado de Hanoi. Una banda de pijitas vietnamitas se abren los paquetes para enseñarse los bolsos que se han comprado. Llevan camisetas negras de tirantes, minifaldas negras y zapatos de tacón con punteras afiladas. Nos cuesta la broma lo que el barco de Cat Ba. Seguro que está recomendado en todas las guías.
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