jueves, 23 de junio de 2011

mestanza



























Ella decide celebrar su cumpleaños en la casa tomada. Yo, enveneno el granizado de limón con hierbabuena y ron. Alegritos, cuentan las aventuras de la Orosia. Mientras se ríen, hago una excursión a Venus, aprovechando que no hay Luna. El ácido corroe sus estómagos, pero también el mío. Me hace dibujar toda la noche con grandes brochas, con blanco de España, con el rojo almagre de los frisos, con el azulón de lavar sábanas. Son dibujos que lo llenan todo de trazos gruesos. Las paredes blancas del patio, la tierra dorilla la charca, donde flota un pato. Intuyo que es un sueño que se desvanecerá a cada paso que dé al retrete, y lo aguanto. Pero ya sólo repaso líneas para fijarlo. ¿Qué hacer sin un comando S, sin un comando P?
Escribo con letras negras que nada se parecen por grandes y rojas que quieran ser. Ni con un bote de pintura lo conseguiría. Ya he dado demasiados pasos siguiendo un reguero de sangre. Al final, sólo encontraré un muerto.

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