Las herramientas nos marcan el dibujo. Un día te regalan un lápiz multicolor y a tus manos llegan los efluvios del tripi. No es sólo un simple cambio de trazo, sino que la forma de correr sobre el papel (es muy blando, graso) y los resultados que van naciendo te imponen una nueva fórmula.
En este dibujo de la cabaña del Retiro de Madrid, no me reconozco. Es una forma válida como otra cualquiera.
Otro ejemplo, combinado con rotulador negro y alguna acuarela, aquí.
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