viernes, 23 de marzo de 2012

madrid - el cairo






Odio los viajes organizados, pero no he encontrado otra forma de bajar y subir el Nilo. Me han dicho que existe una zona prohibida al turismo entre las zonas de El Cairo y Luxor. Así que hemos tenido que comprar un paquete que incluye unos días en la capital y otros cuantos en la zona turística de Asuán a Luxor, y alargar la estancia en El Cairo por nuestra cuenta, pagando un poco más por el billete de vuelta.
El avión va vacío. Comida hervida de geriátrico. No hay vino repite la azafata al profesor universitario con pajarita que viaja con su alumna aventajada mientras sobrevolamos Italia.
El Cairo es una ciudad bulliciosa y alegre. Hay mogollón de gente, de coches, de mezquitas y de vallas publicitarias con la foto de Hosni Mubarak. También pequeñas furgonetas que sirven de transporte público. Alguien desde la puerta dice dónde va.
El Hotel Tres Pirámides tiene un dorado lujo faraónico trasnochado pasadísimo de rosca. El restaurante es una barca camino al otro mundo. Hay faraones hasta en la sopa y mesas de piel de leopardo.
Cenamos en la calle, musaka y kabab con pimientos, tomates, arroz y cebolla. Las tiendas cierran muy tarde y hay gente por las calles a todas horas. Parece simpática, los chavales te dan la mano con una sonrisa de oreja a oreja. Me resulta imposible memorizar sus nombres.

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