Cogemos un cercanías en Atocha a Nuevos Ministerios, y de allí al aeropuerto en metro. Desayunamos en el aeropuerto en medio de una excursión de abuelas rezaditas y madrugadas. El capitán dice que en Nápoles hace buen tiempo. Llegamos a un aeropuerto pequeño. Bajamos por escaleras a las pistas. En buses hasta Garibaldi. Todo sucio, basura por las calles, trileros haciendo el agosto, casas desvencijadas y desconchadas. Las ventanas abiertas muestran su vida interior. Mucha ropa tendida en la calle. Gente de piel morena y pelo negro. Motos chapuceadas con precintos.
Porta Capuana, Castel Capuano. Muchas motos y tiendas abiertas. Vida callejera. La pensión es una buhardilla limpia. Un gafotas con cara de cura nos enseña una habitación grande por 50 euros. Nos lavamos y nos tomamos una cerveza en la plaza de abajo, Vía Sole con Vía Tribunali. Yo una Peroni piccola y Beni una coca. La policía lleva botas y pantalones de montar, y gafas de sol. Los pantalones azules llevan una banda roja.
Vemos la impresionante Capilla de Sansevero y damos una vuelta. Comemos en la terraza turística de Munaciello. Alguien toca el acordeón para comer y un abuelo quiere cobrar por unos segundos de canto. La gente le dice que se llevó todo el del acordeón. Comemos mal por 28 euros.
Subimos una escaleras enormes hasta el castel de Sant' Elmo. Volvemos por atrás por Gradini del Petraio, que han ido habitando familias ricas. Desde un balcón vemos Nápoles y el Vesubio a lo lejos. Se oyen las radios bajando las escaleras, que algunas motos se atreven a bajar. Salimos por la Vía Santa Catalina de Siena. Las aceras están llenas de coches aparcados, y hay que caminar por la calzada plagada de motos circulando. La Galería Umberto I nos recuerda la de Milán. La Plaza del Pebiscito, que de plaza popular pasó a ser de la realeza, y los franceses la hicieron laica, eliminando todos los edificios religiosos. Ahora domina la iglesia de San Francisco de Paula, en el centro de una columnata semicircular; también hay una estatua de Carlos III. Nos sentamos a la sombra junto a Dante y vemos a la gente pasar.
En Santo Domingo Mayor están los arcones aragoneses, con 42 féretros, entre los que se encuentra Alfonso de Aragón, que murió en 1458 en el Castillo del Huevo, en la bahía. Todos los hombres muertos de las losas van vestidos de guerreros y tienen dos perros a los pies. Flipo con un fresco de Pietro Caballini donde alguien se pone a volar. También con la gente que vive en la parte superior de la iglesia de Sant'Angelo al Nilo, en la Piazzeta del Nilo, donde el río lo representa un viejo barbudo, y usa sus terrazas.
Cenamos en una trattoria barata en la calle Tribunali: Trattoria Antica da Carmine. Es bonita y agradable. Tiene aire acondicionado y comida napolitana. Por la noche no hay quien duerma con los silvidos, cohetes y las voces de los jovenzuelos dueños del mundo y niñas tetonas morenitas de playa.
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