martes, 5 de mayo de 2015

ética para los dibujantes de prensa

Pajak en París. Foto ERIC HADJ



No formo parte de una camarilla de escritores, ni tampoco de dibujantes. En el fondo, mi oficio es el de editor. Me encanta ayudar a otros a dar a conocer su trabajo. En especial, si son personalidades infrecuentes. Por ejemplo, he editado a El Roto en Francia. Él sí ha inventado algo. Es un pensador que con cada dibujo nos da un puñetazo. En Francia no tenemos la suerte de contar con alguien como él.


En el dibujo de prensa (en Francia) solo queda Willem, que publica en Libération. El resto, como Topor o Gébé, ya han fallecido. El último superviviente era Honoré, que fue asesinado en el atentado de Charlie Hebdo. Fue un dibujante brillante, que tenía un problema: trabajar para esa publicación, que ya no tiene nada que ver con lo que fue en los setenta…

Antes daban una página a cada dibujante, que tenía derecho a expresarse libremente. Al llegar Philippe Val (director del semanario entre 1992 y 2009), a quien considero un impostor y un arribista, se convirtió en un periódico de militantes, en la antecámara del Partido Socialista. Eso fue lo que les condenó. La verdad es que no me gusta. No me convence su humor escatológico, que tenía sentido en los sesenta, cuando nos tuvimos que liberar de la religión y la austeridad, pero no en la sociedad de hoy, donde todo está permitido. Yo defiendo una vuelta, si no a la moral, sí a una cierta ética. La conducta de un dibujante debe ser irreprochable. Los daneses que hicieron aquellas horribles caricaturas de Mahoma no tuvieron ningún sentido de la responsabilidad. Es normal que cualquier musulmán sin ninguna cultura satírica se moleste.

Todo eso es pura ideología. Nada de lo que decimos puede ser universal. Si en Alemania el humor ya es distinto, imagínese en Níger. En Francia convivimos con musulmanes que han asfaltado nuestras carreteras, fabricado nuestros coches y limpiado nuestras calles. Durante décadas han hecho trabajos que nadie quería hacer. ¿Tenemos, encima, que insultar a su religión? Una cosa es criticar a los ayatolás, que me parece muy bien, y otra a la creencia en sí. ¿Cómo podemos imponer imágenes a una religión que no acepta las imágenes? Además, suelen ser imágenes vulgares y feas. No se puede combatir el oscurantismo con la fealdad.

Frédéric Pajak (Suresnes, 1955) vive en París. Hace 20 años fundó la editorial Les Cahiers Dessinés, donde publica a los grandes dibujantes de nuestra era. Su segunda ocupación es la de escritor e ilustrador, que le ha llevado a firmar una veintena de volúmenes, con los que incluso ha llegado a inventar lo que muchos consideran un nuevo género, a medio camino entre el dibujo y la filosofía.

ÁLEX VICENTE . EL PAIS 2 MAYO 2015

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