Con una muñeca parecida, de unos 8,5 centímetros, jugaba una niña ibera en el Tossal de San Miguel de Liria entre los siglos III y II aC. El tocado está hecho con incisiones, así como los ojos y la boca. Lleva una túnica roja pintada con óxido de hierro y los brazos están unidos al cuerpo con una cuerda. También tiene un agujero que ataviesa la cabeza verticalmente, como para poder colgarla como una marioneta.
Con la llegada del torno y el horno de tiro vertical, gracias a los fenicios, la producción cerámica en la vertiente mediterránea peninsular coge niveles impresionantes. Ya hay alfares especializados. Con todos los materiales allí, nada tiene de extraño que un alfarero hiciera una muñequita, con los restos de barro, para su hija pequeña.
¡Qué curiosa!
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