Durante la misa por Pepe Medina, el de las camionetas, dibujo la cafetería Pan Real de Bolaños, delante de un café caliente y al olor de pastas y pasteles. Horas más tarde, en Las Herencias, me tomo otro café en el bar Sánchez, mientras se dice la misa por Deogracias, el padre de Chema. Mediado el dibujo, el dueño me dice que no puedo hacerlo porque es un lugar privado y luego pasan cosas. Yo le digo que no hay sitio más público que un bar. Entonces me enseña una hoja de papel pegada a la pared donde reza: Reservado el derecho de admisión. No tengo más remedio que salir a la calle, inhóspita bajo la lluvia.
Ya en el atrio de la iglesia, lleno de paisanos que esperan el final de la misa para dar la cabezá y no quieren mojarse, oigo improperios contra el cura, que canta solo, sin respuesta musicada. Que es un tigoso y se crece con tanto público, comenta la vertiente atea del paisanaje.
Después, dentro de un teatro de Bolaños, se aparece la Virgen a dos pastorcillas gordas, una noble sin nobleza y su criada sin verguenza, una monja beoda y una moza vieja. Pero esto, desgraciadamente, no ha sido debidamente ilustrado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario