Estoy comiendo en el bar Orosia cuando veo esa luz. Corto delicadamente esos pequeños filetes de atún rebozados de semillas negras, y su pelo de los sesenta resplandece, sus ojos, su boca, sus delgados y largos dedos con un vino de Almansa. Trato de guardarla en mi cuaderno, Aunque mantiene la conversación, sus ojos siguen los míos y mi bolígrafo rojo. En mi viaje, se cruzan. Sonríe. Le enseño la página. Se levanta. ¿Tu nombre? Esther con hache. Se acerca. Mira el dibujo, y me besa, para asombro de mi esposa.
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