El bar
Secre, en la calle del Olivo, es tan escandalosamente barato, un euro la caña con tapa de cocina, que reúne un numeroso público de jubilados, curritos en paro o descanso y yayas con sus nietos; uno de sus grandes alicientes es su tele ficticia de cartón con el dueño dibujado en la pantalla, lo que propicia jugosas conversaciones. La ampliación del bar
La Posada del Sol con una segunda planta, en la plaza Mayor, supone un espacio agradable con vistas a la terraza y un pequeño restaurante, buena carta de vinos y tapas calientes. El bar
El Encuentro, en la calle de Alarcos, reúne jubilados, jóvenes y parados de larga duración (algunos compartidos con el bar
Sere), con una buena lista de vinos manchegos baratos de calidad aceptable y tapas de cocina a buen precio. La cafetería
Pan Real de la calle Calatrava es, quizá, la más fea y desagradable de la franquicia. El bar asturiano
La Santina, en la calle del Espino, no es nada acogedor; además de la antipatía del dueño, tiene cerveza Cruzcampo; solo destacar su barra haciendo curvas. La pequeña cafetería pastelería
El Obrador de la Deliciosa es acogedora y entretenida, especialmente a la hora del desayuno, donde se juntan funcionarias y alumnas de la Escuela de Enfermería. El bar cafetería
Encuentros, en la calle de los Hidalgos, lo lleva una pareja de ecuatorianos, Voksana y Giovani, con buen rollo; caña con tapa caliente por 1,20 euros. En el recién estrenado bar
La Tinajita, en la esquina de Ciruela con la Ronda, cerveza Amstel con tapas calientes a precios populares, pocas referencias de vino y un camarero simpático. El extraño café bar
Mi princesita, en la Avenida de Alarcos, no tiene cerveza de barril, ni cerveza sin alcohol y a las dos menos cuarto de mediodía empieza a recoger para cerrar (solo abre por la mañana); pero pone una tapa de pan frito con asadillo para chuparse los dedos.
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