En los años inmediatamente posteriores al franquismo, los jóvenes no sabían nada de nada porque la calidad de la información y del sistema educativo arrastraban el lastre de una dictadura. La situación cambia más tarde, en los ochenta y en los noventa, periodos en los que vivimos una época de efervescencia y de creatividad en las manifestaciones culturales. Sin embargo, en la última década vuelve la tendencia negativa. Las nuevas generaciones ni tienen esperanza en el futuro ni creen en los adultos. Atravesamos, pues, una época marcada por el desencanto y el descreimiento.
Los dioses de hoy en día se llaman éxito, dinero y poder, y el sistema ya se encarga de impedir que los jóvenes dispongan de herramientas para cambiar este injusto estado de cosas.
Los dioses de hoy en día se llaman éxito, dinero y poder, y el sistema ya se encarga de impedir que los jóvenes dispongan de herramientas para cambiar este injusto estado de cosas.
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