sábado, 4 de mayo de 2013

último paseo antes de volar


Para conseguir el mejor cambio de moneda lo mejor es pagar con tarjeta, te quitan directamente el dinero de tu cuenta a valor real, dice JM. La comisión la paga el comerciante, que aquí es un señor forrado.

Me doy un paseo mientras Beni duerme. Atasco infernal a las ocho de la mañana. Veo el nuevo edificio  con forma de supositorio. Arriba tiene unos anillos siderales, lo que me lleva a aquella ciudad atascada de Los Supersónicos. Alucinante la Liverpool Station, muy cerca. Tower House, donde Lenin estuvo hospedado. Llego al Archivo del Hospital de White-Chappel, difícil de encontrar porque está en la parte trasera de la capilla, bajar una rampa al sótano y tirar de una puerta cerrada. Aquí hay muchas fotos de la I Guerra Mundial y material quirúrgico antiguo. El recuerdo de enfermeras famosas como Edith Cavell. Unos moldes de escayola del que llamaron hombre elefante, Joseph Merrick. Tenía deformaciones en la cabeza, la espalda y uno de los brazos, y fue exhibido en ferias como si su cabeza fuera la de un elefante (yo vi de niño la mujer pantera, ¡se alimenta básicamente de carne cruda! decía un altavoz).

El atasco sigue y llego muy tarde a casa. Beni está preocupada. Vamos al aeropuerto. Conseguimos la tarjeta de embarque en una máquina que habla español. Las ventajas de viajar con poco equipaje. Otra vez la rampa gigante, una locura arquitectónica de millones de libras. Una cinta nos pasea sin andar. Motores en marcha. Despegar siempre impone, no acaba uno de acostumbrarse. Nos alejamos del damero de verdes y amarillos hasta que una nube nos engulle. La tinta estalla y me pongo perdidico perdío. Porky Man al ataque. Antes de sobrevolar el mar, puedo ver los acantilados blancos del Sur. Bye bye baby.

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