Para Nicolás las exposiciones acontecen en el transcurso del trabajo. Ni las premedita ni encierran una teoría concreta. Es austero en sus escritos y sobrio en sus pinturas. Es obstinado, exigente y disciplinado. De 2002 a 2018 trabajó la serie Cuadros tapados, desde el inicio de su carrera hasta que decidió dar un giro radical a todo: tapar los cuadros que había pintado hasta ahora de negro. Negar la pintura o, como dice él, dejar que acontezca.
Todo empieza con antiguas pinturas negras contra la pared de su estudio. Entonces decide quitar el bastidor y dejar la tela al desnudo. Llena de pliegues y marcas de spray negro y barniz. Así, la capa negra aparece rota o craquelada, como si el gesto de quitar la tela de un cuadro fuera el propio ejercicio de la pintura.
La calma se convierte en zumbido, mapas mentales, paisajes futuros. La pintura es ahora central, frontal, regular y repetitiva. Es corrección. Parece perseguir un borrado total, la desaparición de la pintura. Tapando sus cuadros, el artista encuentra la pintura.
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