domingo, 15 de julio de 2018

la mina el horcajo




En Puertollano, cogemos la nacional a Córdoba. Después de dejar Brazatortas, empieza una gran recta que atraviesa el Valle de Alcudia. A la derecha dejamos la desviación a La Bienvenida y Alamillo. Muy cerca de la pared de la Sierra de la Umbría de Alcudia, en las primeras curvas, sale a la derecha un carreterín de tierra plagado de baches y badenes por los que en primavera pasa el agua. Bosques de alcornoques y encinas donde jabalíes y venados campan a sus anchas, y de golpe un túnel que atraviesa la sierra. En un monolito un interruptor para encender las luces. Se hace para que los de frente sepan que está ocupado, pues tiene un kilómetro de largo y, de ancho, solo cave un coche. 

Al otro lado otro valle, otro mundo. Un pueblo grande en ruinas en terrazas que miran al barranco donde aún quedan edificaciones de una mina y el ave lo cruza de vez en cuando (en su trazado se llevó por delante parte de los espacios públicos). En pie el antiguo hospital, donde hoy se recogen las ovejas, la iglesia de San Juan Bautista, algún pozo minero y las casas de los pocos vecinos que quedan: los hermanos Antonio y Juan García, y la mujer y el hijo del segundo, que con su mujer ha montado aquí una casa rural. Los fines de semana llega más gente.

Es el grupo minero Minas de Horcajo, unas instalaciones mineras de extracción de galena argentífera con un elevado contenido en plata y un pueblo construido para los mineros con hospital, farmacia, escuelas, cooperativa de consumo, sociedad de socorro, campo de fútbol y plaza de toros, en la que toreó el Gallo. Una línea de ferrocarril de vía estrecha llevaba el mineral a la estación de Puertollano, atravesando la sierra por el túnel que hemos atravesado y el desnivel a través de un viaducto que aún se conserva tras una valla de una finca particular.

Su nombre se debe a la forma de horca que forma la intersección de sus arroyos. En el siglo XVI ya existía una venta llamada del Horcajo. En 1858 se descubren los filones de galena y se empiezan a explotar. En 1872 la población ya tiene 2000 habitantes. Diez años después la explotación la lleva el Banco de París, que consigue un máximo rendimiento con perforación mecánica y bombas de extracción de agua, lo último en la minería. En 1895 la población supera los 4000 habitantes. El gran ritmo de extracción hace que la producción vaya decayendo hasta 1911. Se cierran la mayoría de los pozos, quedando solo extracciones puntuales. La explotación pasa a la compañía Peñarroya, con muchas minas en la comarca, que no puede mantenerla. En 1937 quedan entre 400 y 500 habitantes. En 1951 hay un nuevo intento de Peñarroya hasta 1959, que la arrienda a la Compañía Minera Bético-Manchega, hasta su cierre en 1963. En 1970 se cierra el ferrocarril de vía estrecha. Despoblación y decadencia total. La población actual la forman dos hermanos nostálgicos que volvieron después de su jubilación y el hijo de uno de ellos que montó una casa rural.

Todos los terrenos colindantes y accesos son propiedad de la finca La Garganta -uno de los mayores latifundios de España-, que pertenece en la actualidad al duque de Westminster, lo que ha sido clave para la marcha de sus vecinos, el encajonamiento de Minas del Horcajo, rodeada de terrenos de fincas y prácticamente aislada, se produjo en los años setenta, cuando los Ayuntamientos de Almodóvar del Campo y de Brazatortas llegaron a un convenio con La Garganta, por el que se canjeó gran parte de las hectáreas del municipio, comenta Juan Carlos García, hijo de Juan, en el diario Lanza Con el cierre de las empresas, gran parte del pueblo pasó a pertenecer al propietario de La Garganta. El convenio de los Ayuntamientos de Almodóvar y Brazatortas con la finca vino a solucionar el problema de la sucesivas multas a los vecinos por la intromisión en terrenos privados, pero el municipio perdió los terrenos de la antigua estación de ferrocarril, el viaducto de piedra y otros monumentos populares.

Desde entonces la vida de los vecinos de Minas del Horcajo ha estado determinada por las decisiones unilaterales de los propietarios de la finca, que han cerrado a su conveniencia durante un año el paso del túnel, que han destruido edificios públicos de la antigua ciudad -entre ellos, la estación de El Horcajo- o que siguen sin ningún miramiento a cualquier senderista, ciclista o vehículo que circula por el camino público hacia Conquista, que une Ciudad Real con Andalucía y que atraviesa gran parte de la finca cinegética.

Los únicos servicios que tienen en la actualidad son la recogida de basura y correos. Debido al mal estado del carreterín de acceso no hay transporte público. Y el cura llega una vez al año, para las fiestas de San Juan Bautista. Nosotros no pecamos, dice Antonio.



No hay comentarios:

Publicar un comentario