Al apio siempre se le han reconocido propiedades medicinales, especialmente depurativas, ya que favorece la eliminación de toxinas y deshechos (limpieza de riñones, hígado y pulmones). Ya fue utilizado por egipcios, romanos y griegos. Tiene otras propiedades además como ayudar a la coagulación correcta de la sangre (ya que contiene vitamina k) , regula la presión arterial, baja los niveles de colesterol, tiene efectos tranquilizantes, gracias a la ftálida, sus antioxidantes son antiinflamatorios, sus flavonoides ayudan a proteger articulaciones y tejido conjuntivo, y cuida de nuestro aparato digestivo aportando fibra, estimulando la secreción de jugos gástricos y mejorando el revestimiento del estómago. El apio se puede consumir en crudo y cocido, no pierde sus propiedades cocinado al vapor.
Para hacer un ZUMO con esta planta umbelífera (como el perejil y el hinojo) usaremos sus tallos recién arrancados, guardando sus hojas para otras comidas, mirando que la planta esté bien firme y crujiente, sin hojas amarillentas o mustias. Usaremos seis tallos, bien limpios, para un litro de agua, que meteremos troceados en la licuadora. Cuando tenga una consistencia líquida lo mezclaremos con el litro de agua. Lo mejor es hacer la cantidad justa que te vas a beber y beberlo en el momento.
Si no te gusta el sabor del apio, puedes mezclarlo con otras frutas como piña, una rodaja y el jugo de dos naranjas, o bien tres zanahorias y el zumo de cuatro limones (para los seis tallos y un litro de agua), o simplemente endulzarlo. Hay gente que antes de beber lo cuela en un colador fino, otros prefieren encontrar grumos.
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