viernes, 18 de marzo de 2016

el diccionario del diablo

Amistad, s. Barco lo bastante grande como para llevar a dos con buen tiempo, pero a uno solo en caso de tormenta.
Ancianidad, s. Epoca de la vida en que transigimos con los vicios que aún amamos, repudiando los que ya no tenemos la audacia de practicar.
Antipatía, s. Sentimiento que nos inspira el amigo de un amigo.
Aplauso, s. El eco de una tontería. Monedas con que el populacho recompensa a quienes lo hacen reír y lo devoran.
Autoestima, s. Evaluación errónea.
Boticario, s. Cómplice del médico, benefactor del sepulturero, proveedor de los gusanos del cementerio.
Calamidad, s. Recordatorio evidente e inconfundible de que las cosas de esta vida no obedecen a nuestra voluntad. Hay dos clases de calamidades: las desgracias propias y la buena suerte ajena.
Circo, s. Lugar donde se permite a caballos, "ponies" y elefantes contemplar a los hombres, mujeres y niños en el papel de tontos.
Conocedor, s. Especialista que sabe todo acerca de algo, y nada acerca de lo demás. Se cuenta de un viejo ebrio que resultó gravemente herido en un choque de trenes; para revivirlo, le vertieron un poco de vino sobre los labios. "Pauillac, 1873", murmuró, y expiró.
Conversación, s. Feria donde se exhibe la mercancía mental menuda, y donde cada exhibidor está demasiado preocupado en arreglar sus artículos como para observar los del vecino.
Deuda, s. Ingenioso sustituto de la cadena y el látigo del negrero.
Egoísta, s. Persona de mal gusto, que se interesa más en sí mismo que en mí.
Egoísta, adj. Sin consideración por el egoísmo de los demás.
Elogio, s. Tributo que pagamos a realizaciones que se parecen a las nuestras sin igualarlas.
Erudición, s. Polvillo que cae de un libro a un cráneo vacío.
Exiliado, s. El que sirve a su país viviendo en el extranjero, sin ser un embajador.
Extremidad, s. Rama de un árbol o pierna de una mujer norteamericana.
Faro, s. Edificio elevado sobre una playa, donde el gobierno mantiene un farol y un recomendado político.
Filosofía, s. Camino de muchos ramales que conduce de ninguna parte a la nada.
Futuro, s. Época en que nuestros asuntos prosperan, nuestros amigos son leales y nuestra felicidad está asegurada.
Generoso, adj. Originariamente, esta palabra significaba noble por nacimiento, y se aplicaba rectamente a una gran multitud de personas. Ahora significa noble por naturaleza y va cayendo en desuso.
Gramática, s. Sistema de trampas cuidadosamente preparadas en el camino por donde el autodidacto avanza hacia la distinción.
Hablar, v. i. Ser indiscreto sin ser tentado, a partir de un impulso sin propósito.
Historia, s. Relato casi siempre falso de hechos casi siempre nimios producidos por gobernantes casi siempre pillos o por militares casi siempre necios.
Humorista, s. Plaga que habría ablandado la gélida rudeza de corazón del Faraón, incitándolo a liberar a los hijos de Israel y a mandarlos rápidamente a su país, con sus mejores deseos.
Impiedad, s. Irreverencia del prójimo hacia mis dioses.
Impunidad, s. Riqueza.
Indefenso, adj. Incapaz de atacar.
Justicia, s. Artículo más o menos adulterado que el Estado vende al ciudadano a cambio de su lealtad, sus impuestos y sus servicios personales.
Maná, s. Alimento dado milagrosamente a los israelitas en el desierto. Cuando no lo recibieron más, se afincaron y labraron la tierra, fertilizándola, por regla general, con los cadáveres de sus primitivos ocupantes.
Matar, v. t. Crear una vacante sin designar un sucesor.
Moda, s. Déspota a quien los sabios ridiculizan y obedecen.
Nariz, s. Ultimo puesto avanzado de la cara. Getius, cuyos escritos son anteriores a la era del humor, observó que todos los grandes conquistadores tienen grandes narices, y pensó que la nariz era el órgano de la sujeción. Se ha observado que la nariz de alguien nunca se siente tan feliz como cuando está metida en los asuntos de otro; de aquí infieren algunos fisiólogos que la nariz carece del sentido del olfato.
Olvido, s. Estado en que los malos cesan de luchar y los tristes reposan. Eterno basurero de la fama. Cámara fría de las más altas esperanzas. Lugar donde los autores ambiciosos reencuentran sus obras sin orgullo, y a sus superiores sin envidia. Dormitorio desprovisto de reloj despertador.
Paciencia, s. Forma menor de la desesperación, disfrazada de virtud.
Perseverancia, s. Virtud interior que permite al mediocre alcanzar un éxito sin gloria.
Piratería, s. Comercio sin los pañales de la fantasía, tal como Dios lo hizo.
Placer, s. La forma menos detestable del tedio.
Precio, s. Valor más una suma razonable por el desgaste que sufre la conciencia al exigirlo.
Presente, s. Parte de la eternidad que separa el dominio del desengaño del reino de la esperanza.
Razonar, v.t. Pesar probabilidades en la balanza del deseo.
Realización, s. Muerte del esfuerzo y cuna de la repugnancia.
Renta, s. Patrón de medida natural y racional de la respetabilidad.
Rezar, v. i. Pedir que las leyes del universo sean anuladas en beneficio de un solo peticionante, confesadamente indigno.
Sabiduría, s. Tipo de ignorancia que distingue al estudioso.
Sirena, s. Uno de varios prodigios musicales célebres por su vana tentativa de disuadir a Odiseo de una vida oceánica. Figurativamente, dama de espléndida promesa, aviesa intención y frustrante rendimiento.
Tacaño, adj. El que indebidamente quiere conservar lo que muchas personas meritorias aspiran a obtener.
Trabajo, s. Uno de los procesos por los que A adquiere bienes para B.
Tumulto, s. Entretenimiento popular ofrecido a los militares por espectadores inocentes.
Urbanidad, s. La forma más aceptable de la hipocresía. Especie de cortesía que los observadores urbanos atribuyen a los habitantes de todas las ciudades, menos Nueva York. Su expresión más común consiste en la frase "usted perdone"; no es incompatible con el desprecio de los derechos ajenos.
Voto, s. Instrumento y símbolo de la facultad del hombre libre de hacer de si mismo un tonto y de su país una ruina.
Wall Street, s. Símbolo de pecado expuesto a la execración de todos los demonios. Que Wall Street sea una cueva de ladrones, es una creencia con que todo ladrón fracasado sustituye su esperanza de ir al cielo.

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