Es extraño este café de bullicio y jazz sin humo. Cuando vivía aquí al lado, solía venir a tomar un café o/y un cubata. Alguna vez me encontré a Agustín, que es camarero en el Frontón, albañil, gallego y sibarita. Y del Celta. He venido varias veces a ver y oir al Krahe y su banda. No me lo imagino ahora cantando el
gracias tabaco sin poder echar una caladita.
Hoy hay tres amiguetes con varias rondas. Cada poco tiempo, pillan sus cosas, se despiden y se fuman un cigarrillo en la puerta; luego, vuelven y saludan. Están pasmados mirando a un niño de un año que han sentado en la barra. ¡un niño en el Central! ¡¿Dónde vamos a llegar?!
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