Una de las muestras de la decadencia de Puertollano es el Café Viena, en la calle Goya, donde sus parroquianos, entrados en años, se arremolinan alrededor de sus jóvenes y simpáticas camareras. Viendo a algunos dormidos sobre las mesas y el trato de ellas a lo enfermera de residencia, uno quisiera tener un mando para desaparecer para siempre.
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