Recuerdo ver caras en los pliegues de la colcha cuando pasé largo tiempo convaleciente de paperas y más caras en las manchas de la pared en las obligadas siestas del verano, cuando el aire se vuelve denso de minúsculos insectos. Dos puntos son los ojos y una línea la boca. Estamos tan familiarizados que vemos hasta emociones en esas manchas.
Me gusta manchar caras y en esas manchas adivinar una persona. Y así voy llenando cuadernos de gente conocida.
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