lunes, 16 de enero de 2012
museo larco y otra lima
Hoy visitamos el Museo Larco, en Simón Bolívar, al oeste de San Isidro, en Pueblo Libre. Es una mansión grande del XVIII, con un bonito jardín con helechos gigantes y una buena colección de cactus. Es carito, pero puedes echar la mañana viendo vasijas de cerámica de todas las culturas precolombinas del Perú. Esta colección perteneció a Rafael Larco Hoyle y tiene más de cincuenta mil vasijas de las culturas cupisnique, mochica, chimú, chancay, nazca e inca. Me dedico a dibujar y a tratar de hacerme a la idea de sus creencias y representaciones. Me fascina, disfruto con los animales, la vida cotidiana y los muertos. Despues de largas horas, hay unas salas llenas de vitrinas con miles de vasijas ordenadas por temas: enfermedades sexuales, ciegos, parálisis facial, jorobados, aves, arañas, peces, serpientes, lagartos, monos, murciélagos... flipas. Y, por último, sala de vasijas de porno duro, sexo explícito entre vivos y muertos, animales, hombres y mujeres. Rabos y grandes coños, pajas y besos con lengua de cadàveres. Divertido de verdad. Arriba os pongo una muestra.
Volvemos a toda velocidad dando saltos en la combi. Cogemos las maletas y nos acercamos a la pensión de la familia Rodríguez, junto a la Plaza de San Martín, en un minitaxi que tiene el radiocasete de pega, un cartón con los mandos dibujados en plan naíf. El conductor hace carreras con un manguito en el brazo izquierdo para sacarlo por la ventana sin quemarse. Los Rodríguez están en Cusco de vacaciones, nos acoge la criada, que habla muy poco castellano y no se sabe la contraseña de la wifi.
Todo el centro de Lima se ha cerrado al tráfico por el final del Dakar, en la Plaza de Armas, y la gente pasea por el centro de las avenidas. Hay tanta gente que apenas se puede pasear por Jirón de la Unión. Nos metemos en La Merced, que dan misa. Hay un belén muy grande, hecho con papel arrugado de colores, con bohíos, llamas, alpacas e indios con los gorritos de lana. Los Magos parecen incas. Hay un pueblo en la lejanía, más pronunciada por la falsa perspectiva, encima de unos cortados que representan el valle del Colca. Un cóndor de trapo lo sobrevuela colgado de un hilo. El Cristo de las Caídas, mira cansado desde el suelo sangriento. Encima del óleo han pegado una corona metálica a la altura del pelo. Así los convierten en santos o dioses.
La Plaza de Armas está tomada por la policía. Tanquetas, metralletas y escudos. Los dakarianos se metieron en el Club de la Unión y los pobrecitos limeños se hacen fotos delante de un camión. Llegamos a la Alameda Chabuca Granda, junto al río Rimac. Los sábados y domingos instalan la Fiesta Gastronómica Sazón y Sabor. Nos comemos una Sopa Seca, papas deshidratadas con frijoles, yuca, maíz, ají, tallarines y no sé cuantas más cosas, con un litro de Inca Cola fresquita. Nos deleita Elena Bautista con sus valses, boleros y cumbias. Es una negrita que canta que pa qué soy peruana nacida en Perú y donde se reflejan las caricias tiernas de la idolatría, por Chabuca y dos gardenias. Le compro un sidí por poco más de un euro. El siguiente vocalista es un petardo y nos vamos de paseo amarraditos los dos entre el humo que alimenta de mazamorra, butifarra, champú, crema volteada, chicha, pastel de choclo, zambitos, tamales verdes, arroz con leche, frejol colado, pie de limón, picarones, anticuchos, humitas, arroz zambito, churros, canchitos, quinua, camotes, suspiros y leche asada, que es un flan delicioso.
Todo Lima se divierte aquí entre quioscos de comida, charlatanes y cantantes populares. Y nosotros en medio.
A la vuelta, hablamos y dibujamos con la gente de la Universidad de la Selva Central que cena y duerme diariamente en el césped de la Plaza de San Martín. Nos acercamos después al Queirolo, pero está chapado. Penita pena.
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