lunes, 1 de diciembre de 2025

vicisitudes

A la excursión arqueológica que ha organizado Javi a Córdoba se ha añadido José Luis y ha perdido su carácter arqueológico. No vemos más que tonterías. Estamos perdiendo el tiempo. Yo propongo visitar la mezquita, pero para ello hay que subir otra vez la cuesta. Intento atajar escalando la muralla, pero la tierra se desmorona y los ladrillos se desprenden  cuando empiezo a agarrarme. Hay que buscar otra fórmula. 
Buscando por vericuetos, encuentro un ascensor que resulta ser de un hospital. Hay una enfermera majísima dentro, muy guapa, morena de pelo y cara delgada, que accede a que suba entre camillas y gente con bata. 
Ya arriba, veo que es un hospital antiguo, casposo, como esos que había en Ciudad Real en mi infancia, con ventanas de madera pasada y paredes encaladas y que la planta donde estoy es de servicios para las enfermeras. Así que bajo las escaleras para salir de allí. Al llegar a una determinada planta, la escalera se acaba saltándose un piso, quedando solo el hueco sin escalones ni barandilla. Por alguna razón la escalera sigue pero no en la planta siguiente hacia abajo. Puedo verlo por el hueco de la escalera. Desesperado busco otra salida. 
Encuentro a la enfermera maja, que me propone que finjamos una rotura de mi nariz para poder salir airosos. Delante de un grupo de médicos me mira la nariz y cuando me la toca finjo un gran dolor. Después hace un hueco en un ascensor lleno de trastos. Puedo entrar, pero ha de ser de rodillas, en un hueco que queda entre máquinas corta césped de distintos tamaños, colores y estados. Antes de cerrar la puerta, que ahora es la de un camión, llega la enfermera con José Luis, que también debe haberse colado en el mismo ascensor en que yo subí.
Es mi compañero de viaje, le digo entusiasmado. 
Ya os vale, nos dice ella con la mirada.
Antes de entrar en la trasera del camión lleno de aparatos, José Luis se da cuenta que le falta algo y pregunta. Es el biquini de Mari Carmen. Mete la mano en el bolso, bien grande, de la enfermera y allí está el biquini rojo. Nos miramos. Nuestras caras son un poema. El ambiente se ha tensado a tope. Todo se ha llenado de sospechas.