martes, 12 de julio de 2011

mestanza. diseño y arquitectura


 Francisco ha sido, durante muchos años, lo más parecido a un diseñador o director de arte en Mestanza. Él ha sido maestro albañil, y fino, hasta su jubilación. Ahora hace maquetas de madera y dibujos de edificios que le gustan.
Pero es modesto y, al verme dibujar, me pasa el relevo. Viene a casa con el cartel de arriba para que se lo mejore (reconozco que va a ser difícil). Me cuenta el brief y los elementos obligatorios: el Santo, los toros y el cantón (o grada donde se suben).
Voy al sitio y me dibujo la grada con barandillas, añadiéndole la gente, y luego dibujo unos carteles pequeñitos, como en los viejos tiempos. Por la tarde me voy a casa del cliente a contarle mi idea.
Él me enseña la maqueta interminable de la Monumental de las Ventas, las Torres Petronas de Kuala Lumpur, estanterías, bastones y demás trabajos de marquetería.
Damos una vuelta por el pueblo. Me enseña las casas que ha hecho y me cuenta mogollón de anécdotas:
Que cuando se arregló la rampa de la puerta trasera de la Iglesia, sacaron veinte o treinta espuertas de huesos, que se llevaron al cementerio, y aún quedaron muchos.
Que todavía pueden verse las cuñas de madera que se utilizaron (en 1657) para nivelar los sillares de piedra (los vemos y los tocamos). Y que los agujeros de la fachada son de los palos del andamiaje, sin cerrar.
Que la parte superior de la torre es nueva, así como el tejado, que tenía una viga maestra de veinte metros.
Que las columnas del antiguo Ayuntamiento se pusieron en los cimientos de la casa de Gila.
Que al hacer los cimientos de otra casa de la plaza, aparecieron los restos de un muerto en cal y no se dijo nada para que no se paralizasen las obras.
Que, en las obras del pantano, alguien se traía, diariamente, una merendera llena de cemento para hacer su casa.
Que en los muros de tapial medianeros, se ponía un testigo o chivato para saber quién lo había levantado y a cual de las dos partes correspondía a la hora de  volver a construir. Me enseña algunos botes metálicosen casas hundidas y me cuenta que también ponían pucheros.
Que muchas fachadas están torcidas y muchos tejados no están a nivel porque, según se decía, los albañiles medían por semanas, no cada día.
Que cuando Santiago Pérez llevó la luz a su casa de la plaza, las rejas de la fachada daban calambre. Y, en las fiestas, más de un mozo tuvo que soportar el calambrazo para que el toro no lo cornease.
Y que cuando se quería dejar el tapial visto, a la parte de la calle, se le añadía cal y carbonilla.

Vamos, que no he dibujado mucho pero he tenido una tarde divertida y, sobre todo, edificante.

1 comentario:

  1. Ese cartel de Francisco no lo vas a poder mejorar....es insuperable. Querer hacer algo sobre ese cartel es como los músicos que "arreglan" a Mozart...

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