Cuando estuve en Lisboa en casa de Eduardo y Margarida, dibujé mogollón de gente. Como uno no sabe sus nombres, les pone los nombres del sitio donde los encontró. Cortázar ponía los nombres de los coches a sus conductores en la Autopista del Sur. En los pueblos, a los hijos les ponen los nombres de los padres o sus motes heredados. Funes el memorioso llamaba a las cosas por su definición, como hacen los chinos. Ellos, para saludar te desean que estés bien como una mujer joven que ha tenido un niño y lo tiene en brazos. Porque eso es estar bien de verdad.
Enhorabuena por el dinamismo que le estás dando a tu blog.
ResponderEliminarLa librería de la esquina de lavapiés ya me gustaba como tal, aunque sitios majos donde tomar café y conversar nunca están de más, es una pena que sea a costa de una librería.
Lo que la Naturaleza no da, Salamanca no lo presta.
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