Los tres hermanos con su padre y Breuil a la entrada de la cueva. |
Tuc d’Audoubert no es tan rica pero se ha hecho famosa precisamente por el hallazgo de dos bisontes esculpidos en arcilla, de una belleza natural realmente asombrosa, que los convierten en un conjunto único dentro del arte paleolítico, y se cuentan entre las más grandes y estilizadas esculturas prehistóricas que han sobrevivido. La cueva tiene galerías en tres niveles, estando la más baja atravesada por las aguas del río Volp. La más alta y lejana a la entrada, unos 900 metros, es precisamente la Sala de los Bisontes, en la que también hay esbozos de otros dos bisontes, en forma de grabados en el suelo, y huellas de pies humanos. Los dos bisontes de arcilla fueron modelados, según los historiadores, utilizando algún tipo de espátula, y las marcas de los dedos del escultor todavía son visibles en varias partes como las mandíbulas. Uno es macho y otro hembra, y tienen una anchura de 63 y 61 centímetros y unos 46 de alto. También presentan grietas, probablemente producidas al secarse la arcilla inmediatamente después de haber sido esculpidos.
La escena representa el preambulo del apareamiento de ambos animales, y se ha puesto en relación con rituales o ceremonias chamánicas que se pudieron desarrollar en el interior de la caverna, una teoría reforzada por el descubrimiento de numerosas huellas de niños. Su magnífico estado de conservación es debido a la ausencia de agua filtrada en la galería, y a que el acceso siempre fue ciertamente complicado.
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