Sin necesidad de tanta imaginación ni de soñar despiertos como don Quijote, la venta de Borondo, en mitad de la llanura y sin nada a su alrededor que haga distraer la vista, puede pasar por castillo con su torre y sus altísimas paredes, que más parecen murallas que bardas de corral, que es lo que son en verdad. O que eran, pues la edificación está abandonada desde hace tiempo, desde que el último ventero se murió (ya había dejado de ser ventero hacía mucho) y la propiedad se partió entre sus herederos. Me lo cuenta un primo de éstos, también llamado Felipe como el ventero y como varias generaciones de antepasados suyos, que aparece cuando ya me iba y que viene a podar “unas olivas” que tiene por esta zona. Vuelvo con él y me enseña la venta (por fuera, que la casa principal está cerrada) mientras ilustra nuestro recorrido con comentarios sobre la venta, sobre su familia y sobre Bolaños, que es donde vive. De la venta dice que se va a caer (me muestra una gran piedra que se ha desprendido del alero directamente sobre un balcón, que a duras penas puede sujetarla ya); de su familia que les apodan Ladillas, pero que no lo llevan a mal porque en Bolaños todos tienen apodo (“Los hay peores”, se vanagloria); y de su pueblo que ya es mayor que Almagro, la capital histórica de la zona, y que en su término es donde se cultivan realmente las berenjenas de las que presume aquélla junto con su Corral de Comedias.
—Unos cardan la lana y otros llevan la fama, ya sabe— se lamenta.
Por el hombre, seguiría allí todavía, pero el camino me espera, como a don Quijote. Quizá fue de aquí de donde partió en dirección a su aldea enjaulado como una fiera en una carreta de bueyes. Si fue así, cuando, al cabo de algunos kilómetros, se volviera a mirar la venta como yo hago por el retrovisor del coche quizá la viera flotando en el polvo de la llanura como aquella famosa isla de San Borondón que los navegantes veían aparecer y desaparecer en el mar como yo ahora esta venta de Borondo, principio y fin de todos los caminos de La Mancha, mientras me alejo de ella hacia Manzanares.
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