Un estado totalitario es sólo tan fuerte como sus informantes. Y Estados Unidos tiene una gran cantidad de ellos. Ellos leen nuestros mensajes de correo electrónico. Escuchan, descargan y almacenan nuestras llamadas telefónicas. Ellos nos fotografían en las esquinas, en los andenes del metro, en las tiendas, en las carreteras y en los edificios públicos y privados. Nos rastrean a través de nuestros dispositivos electrónicos. Se infiltran en nuestras organizaciones. Ellos atraen y facilitan "actos de terrorismo" de los musulmanes, ambientalistas, activistas radicales y anarquistas del Bloque Negro, seleccionando a estos disidentes desventurados y enviándolos a la cárcel durante años. Han acumulado perfiles detallados de nuestros hábitos, nuestros gustos, nuestras inclinaciones peculiares, nuestros registros médicos y financieros, nuestras orientaciones sexuales, nuestras historias de empleo, nuestros hábitos de compra y nuestros antecedentes penales. Almacenan esta información en las computadoras del gobierno. Se sientan allí, esperando, como una bomba de relojería, el momento en que el estado decida criminalizarnos.
Chris Hedges
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