viernes, 10 de agosto de 2012

rocky mountains: el maligno y el peyto




Hay que ir muy despacio, si uno quiere ver la exuberante naturaleza y no chocar con uno de sus osos, que se cruzan por la carretera. Visitamos el Cañón Maligne y Maligne Lake (en el dibujo con sus montes helados de Warren, Charlton y Unwin). El cañón es muy largo, tiene un buen paseo. En los trozos más ajustados, se atraviesa por puentes metálicos. En el lago nos comemos lo que hemos comprado en Jasper. A las chicas no les apetece coger el bateau, y seguimos. Vamos hacia el pico de Edith Cavell (3.368 m), rebautizado en la IIª Guerra Mundial en honor a una enfermera ejecutada por los alemanes por ayudar a los presos aliados. Allí está el famoso glaciar Angel, con las alas heladas.
En la base de este monte está el Lago Peyto, de aguas turquesas y que lleva el nombre en honor a un guía de expediciones y cazador, que dibujo con su pipa. En él desemboca el Río Mistaya, alimentado por el Arroyo Peyto y el Peyto Glaciar (que le da ese color), recorriendo un flipante valle de abetos lleno de ardillas (least chipmunk). Del verde emergen infinitos picachos. Vemos rebecos y osos. Me acerco a uno de ellos para hecerle una foto. Me hace cara y resopla lanzándome una de sus garras. Doy marcha atrás y caigo entre los matorrales (risas y no de lata).
El Pico Cavell es majestuoso, casi negro, quemado, reviejo. Alberga un pequeño glaciar lleno de  piedras que acaba derritiéndose en el circo, formando grandes témpanos de hielo. Antes de 1950, fue mucho más grande.

Cenamos con el sonido del agua de las Athabasca Falls, junto al río. Al otro lado, dos oseznos. Intentamos dormir en el albergue cercano, que está a tope. Nos ponen unos colchones en el suelo de madera de una gran casa hecha de tablones y, en la casa de al lado, nos hacen los carnets de alberguistas. Es también de madera, pero más acogedora. En un espacio diáfano se reparten sofás, mesas grandes y pequeñas con butacas y sillas, un ping pong y una cocina con varias neveras. Hay una chimenea encendida. Para limpiarnos los dientes, nos enseñan a manejar un pozo artesano. Hay que apretar fuerte una palanca hasta que el agua sale, bien fría. En el oscuro casón, entran sonidos del bosque y el agua. Con este son, doblamos cansados.












Famosa postal de Maligne Lake.

















Postal del Lago Peyto.

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