Duermo en la gloria. Mientras me afeito me aparecen imágenes de un sueño en que llevaba a David en el coche, delante del buga de Jesús, con Rocky, a un bar en medio del campo. Una señora nos dice que avisemos a los niños, que se retiren de donde están jugando porque anidan unos grandes pájaros que hacen unos agujeros peligrosos. David va atrás, y yo conduzco como si fuera su chofer.
Desayuno leche fría y salgo a la calle victoriana, entre casas estilo Tudor, Gótico Revival y Queen Anne. Son bonitas por su sencillez, ladrillo visto y unos pocos adornos. Amanece nublado y la ciudad está preciosa. El Museo Marítimo tiene una torre con un faro y una portera voluntaria. Compro dos caracolas para Luis. Las tiendas cierran a la hora del té.
En el Royal British Columbia Museum un mamuth, todos esos bichos que viven bajo la alfombra del bosque aumentados y un diorama gigante del bosque con el oso pardo, el cuervo negro y el cinclus mexicanus bebiendo en el agua real que corre entre los cantos rodados. Otro diorama de las costas, con los leones de mar del norte, el pájaro de pico largo, las gaviotas, el impresionante ciervo rojo (elaphus) y el pequeño de Georgia, la marta, la garza negra de blancas manchas, el mapache norteamericano. Pero lo mejor es todo lo que se refiere a la cultura de los indios que habitaron estas costas hasta que el hombre blanco acabó con ellos, de la que dibujo algunos objetos.
Como junto a los barcos de pesca, en el puerto, en una calle formada por casas-barcos flotando sobre el agua. Recorro la costa. La playa está llena de troncos desbastados por el mar. En el agua, aparecen aletas de las orcas. Los barcos se acercan. Hay un horizonte blanquecino sobre el que se elevan las grandes montañas de Seattle. Paseo por la playa pisando maderos, hay un fuerte olor. Sigo una música country lejana hasta encontrar un grupo disfrazado bailando. Everybody! grita el cantante sobre las faldas al vuelo y los sombreros vaqueros. Las abuelitas se ponen un chándal para no resfriarse, dejando ver las botas blancas de chúpamelapunta. Lamentable para un viejo europeo como yo. Veo jugar al baseball, no entiendo nada. Vuelvo al centro. Me ducho en el albergue, mientras el personal lee o escribe.
La calle está divertida. Un bluesman toca la guitárra metálica, la armónica, una batería con triángulo y el violín. Lleva tres violines y unas veinte armónicas perfectamente alineadas. Y un plato que suena cuando echan monedas. Mas allá, alguien canta canciones oscenas que escandalizan a las jovencitas, que sonríen al pasar. Una de ellas lleva un bolso metálico que parece una caja de balas reciclada.
Escrevo-te em português :).
ResponderEliminarSão fantásticos os registos que fazes das peças.
A forma como consegues integrar o texto com a imagem é fantástica.
Boas páginas!
Me alegra que te guste, fados. Y me gusta que lo comentes. He visto mucha enciclopedia visual de chavalín.
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