miércoles, 23 de diciembre de 2020

ofelia (2)





La locura y muerte de Ofelia inspiró a gran número de artistas del siglo XIX, siendo la Ofelia de 1852 de Arthur Hughes la primera en exponerse en la Academia Real de Londres. Del mismo año data la Ofelia de John Everett Millais (1829-1896), quizá la imagen más célebre, aunque la influencia del primero es notable, pues según relata Heather Birchall, "Millais tuvo que subirse a una escalera para observar la obra de Hughes, al que expresó una gran admiración." Ofelia, en un marco rotundamente vegetal y acuoso, aparece flotando en el río, rodeada de flores, con la boca y los ojos entreabiertos y la mano contraída, gesto de gran pathos, mientras las formas del cuerpo y los velos del vestido se confunden con la flora del río. Posó para este emblemático cuadro Elizabeth Siddal, dependienta y luego esposa del también prerrafaelista Dante Gabriel Rosetti (1828-1882), quien pasó largas horas metida en una bañera de agua tibia con el fin de que Millais pudiera recoger lo más fielmente posible los efectos del agua sobre el vestido y la piel. La vegetación es profundamente simbólica: el sauce y las ortigas indican dolor, llanto, tristeza; las margaritas, inocencia y fidelidad; el lirio, que pronto se convertirá en emblema ofeliano, la virginidad de la muchacha, mientras que las orquídeas expresan lo opuesto, la sexualidad; la amapola alude a la que Hamlet le regaló y los ranúnculos, peligro. En definitiva, la conjunción de amor y muerte. La forma redondeada del lienzo bien puede sugerir un umbrío y vegetal escenario teatral, pero también es probable encontrar un indicio de cripta o hipogeo en plena naturaleza, por la estructura abovedada. De hecho, esta posibilidad fue recogida por Felice Carena (1879-1966) en su Ofelia (1912), para la cual escogió un formato estrecho y alargado como un ataúd. Los tonos verdosos y violetas son también fieles al cuadro de Millais, aunque la joven ya tiene los ojos cerrados y sonríe, casi como una ninfa, quedando la mitad del cuerpo ligeramente sumergida. Es, sin duda, el cuadro que mejor reproduce el drama de Shakespeare, en el que se describe el cadáver de Ofelia como una náyade que acude a su "muerte cenagosa".


Si hay un artista que más veces ha acudido al mito ofeliano, sin duda éste es John William Waterhouse, quien la recoge en tres momentos clave del drama shakespeariano, centrados en su locura: en su Ophelia de 1910, la joven aparece de pie, en pleno marco boscoso, con la mirada enajenada y multitud de flores (amapolas y margaritas) en su vestido, apoyada sobre el tronco de un árbol, con el puente y el río al fondo que preludian su muerte; en su Ophelia de 1894, de suaves tonos pastel, la muchacha se encuentra sentada sobre un tronco, más cerca de las aguas pantanosas, luce una larga y hermosa cabellera rojiza que contrasta con la blanquísima piel, del mismo modo que las amapolas y las margaritas de su pelo y regazo; en 1889, Waterhouse nos muestra una Ophelia yacente pero no flotando ni sumergida en las aguas, sino sobre un estanque vegetal, un claro de bosque donde destaca la luminosidad de su vestido frente a la frondosidad de los árboles que la rodean; está despeinada y la postura de su cuerpo, contraído, anuncian su trágico fin. Tres momentos o poses diferentes (de pie, sentada, yacente) que sugieren el hundimiento postrer, tres instantes para un mismo motivo, la locura como cercanía de la muerte.

En su "Ofelia entre las flores" (1905), el pintor simbolista francés Odilon Redon nos ofrece una Ofelia seducida por la Naturaleza. Ya no estamos ante la figura yacente completa, sino que sólo asistimos a una imagen apenas visible de su cabeza y hombros, custodiada por las flores y el agua que la rodean. Se trata de una sinécdoque de Ofelia, reducida a la belleza de su rostro y a los elementos simbólicos de su muerte, sugeridos también por los colores blanco (lirios) y azul (aguas). Es toda ella una efigie enmarcada en una mandorla floral, sugerencia de las ondas, del hundimiento en el abismo acuático.


Muy interesante es la propuesta de Frances MacDonald (1873-1921), acuarelista como su hermana Margaret, con su "Ofelia" (1898) y su "Princesa Durmiente" (1910), cortejo de mujeres- flores, casi espectros, que muestran esa vacilación entre la ingenuidad y el despertar sexual. Las huellas de William Blake y de Dante Gabriel Rossetti son más que evidentes. Además, Ofelia, para Frances, era sin duda un claro referente para una mujer que, atravesada por la depresión, terminará en entregarse al suicidio.

Desde Alexandre Cabanel (1823-1889) hasta Pascal Dagnan-Bouveret (1852-1929), pasando por las Ofelias para las que posaron la famosa actriz Sarah Bernhardt (en el cuadro de George Jules Victor Clairin) y la soprano Mignon Nevada, el arquetipo parece haber resurgido de las aguas, naciendo así el mito, para quedarse entre nosotros.

"Guardaré el sentido de esos buenos consejos / como custodia de mi corazón. Pero, hermano mío, / no hagas como ciertos eclesiásticos / que muestran el espinoso camino de la gloria / mientras que, libertinos, jactanciosos, / siguen ellos la senda florida del placer / ignorando su propio consejo".

Ofelia en Hamlet de William Shakespeare



Cala (1974), película de super8 de Ana Mendieta

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