Tiene una composición circular, alrededor del centro luminoso de la luz emitida y propagada de forma natural por el niño, resaltada por la oscuridad del fondo (al que no da importancia) y que ilumina a los demás personajes. La dirección de la mirada nace en el niño y sigue en espiral y asciende (virgen-pastores-ángeles). Hay dos claras escenas: la terrenal, la propia adoración, y la celeste, con ángeles niños y adolescentes. La luz, los colores, la gestualidad de manos y ojos y las propias figuras desgarradas producen una gran intensidad sentimental, próxima al misticismo. Las manos demuestran la sorpresa, asombro, emoción y devoción de los pastores; el resto es calma. Los ángeles niños revolotean. El ángel adolescente de la derecha es paralelo al pastor con los brazos cruzados, ambos parecen recién llegados.
El Greco interesaría a los expresionistas de Viena a partir de 1910, los austriacos Max Oppenheimer, Oscar Kokoschka, Egon Schiele y el grupo expresionista El jinete azul, como un modelo a seguir por su arte subjetivo. Las composiciones, las figuras deformadas, los espacios claustrofóbicos, la luz, el tratamiento de los cuerpos, el cromatismo pálido, la desproporción entre primeros planos y fondos, las manos en el movimiento rotatorio, y demás recursos formales parecen copiados o adaptados de El Greco. El Greco se puso de moda en la Alemania de los años diez como precursor del arte moderno, apareció en las exposiciones de la época con gran éxito y devoción declarada por parte de la crítica. Concuerda perfectamente con la idea expresionista del carácter espiritual del arte. Se convirtió en un héroe expresionista. El Greco no copia la realidad, la construye, nace de las masas de color, crea una visión de la Naturaleza, es el primer pintor que no quiere pintarla, es visionario, capaz de trascender la materialidad. Son ideas y expresiones de los pintores de este movimiento.
Pinceladas grises sobre la imprimación en San Francisco en éxtasis. |
En cuanto a sus colores, El Greco usaba lapislázuli, topacio o minio, entre otros minerales, para que su pincelada tuviera el máximo brillo posible, cualidad que se conserva cuatro siglos más tarde por la calidad de los pigmentos. Aunque en su primera época el pintor tiene todavía una pincelada densa y una influencia muy marcada de la tradición italiana, en su etapa final muestra sus pinceladas sueltas de verdes y carmines. Son más transparentes, diluye más los pigmentos, lo que deja ver el fondo de la imprimación. En los detalles de las primeras fotos vemos su pincelada suelta y la abundancia de minio de la imprimación.
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