El artista visual francés Céleste Boursier-Mougenot ha presentado una instalación monumental de color, sonido y movimiento, desde mayo pasado, en la rotonda del espacio artístico Bourse de Commerce—Colección Pinault, ubicado en la Bolsa de París del siglo XVIII.
Clinamen es una piscina poco profunda de 18 metros de diámetro que contiene 365 cuencos flotantes de porcelana blanca de diversos tamaños y formas. Esta armada de recipientes contrasta brillantemente con el revestimiento azul de la piscina, donde siguen una corriente hemisférica creada por un chorro de agua sumergido. Al chocar suavemente, los cuencos producen un sutil sonido de campana, similar al de una campanilla de viento. La imprevisibilidad del movimiento y la coreografía aleatoria del contacto entre cuencos de diferentes dimensiones crean una experiencia polifónica y resonante bajo la enorme cúpula iluminada por el cielo. El artista empleó la hidrofísica para garantizar un efecto sonoro óptimo, controlando con precisión la temperatura del agua para maximizar el sonido de cada cuenco.
La palabra clinamen (klih-NAY-min) tiene su origen en la antigua filosofía grecorromana. Describe la impredecible desviación de los átomos, concepto introducido por Lucrecio para defender la doctrina atomista de Epicuro . Esta desviación, según Lucrecio, proporciona el «libre albedrío que poseen todos los seres vivos del mundo».
Céleste Boursier-Mougenot se considera tanto músico como artista visual, y le apasiona crear sonido a partir de objetos no diseñados para crear música. Ha expuesto otras nueve variaciones de clinamen en prestigiosas instituciones y galerías de todo el mundo. Sin embargo, clinamen (v.10) en The Bourse es su instalación más grande hasta la fecha.
Céleste Boursier-Mougenot se considera tanto músico como artista visual, y le apasiona crear sonido a partir de objetos no diseñados para crear música. Ha expuesto otras nueve variaciones de clinamen en prestigiosas instituciones y galerías de todo el mundo. Sin embargo, clinamen (v.10) en The Bourse es su instalación más grande hasta la fecha.
Con esta instalación, Céleste Boursier-Mougenot inicia un sutil diálogo entre la materia, la arquitectura y la presencia humana. Crea un entorno en el que el arte es una experiencia tanto individual como colectiva.
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