El
Pit Firing o
cocción en hoyo es una de las formas de cocción más arcaicas que existen pero que continúan utilizando ceramistas de todo el mundo por las posibilidades estéticas que aporta con el mínimo de necesidades. Un simple hoyo excavado en el suelo, serrín, madera y determinados productos que aporten colores y texturas es todo lo necesario para conseguir resultados impresionantes en piezas de cerámica. En cerámica, llamamos cocciones experimentales a todas aquellas en las que no controlamos del todo el proceso de cocción y cuyos resultados son muy variables y muy difíciles de replicar.
Las razones por las que un método con miles de años de historia está últimamente teniendo un renacimiento no hay que buscarlas solo en la simplicidad del proceso; aunque importante, esta simplicidad es solo aparente, ya que, como en el resto de técnicas de conformado, decoración o cocción que tienen un componente alto de impredecibilidad, también en el Pit Firing es importante, y complejo, tener un cierto grado de control que permita conseguir los resultados deseados.
Al contrario que con formulas de esmalte o complejas curvas de cocción, en la cerámica cocida en un hoyo el ceramista debe tener un cierto grado de intuición. No hay medidas ni recetas sobre la cantidad de sales o materias que añadir a las piezas, solo la prueba, el error y la capacidad para tratar de reproducir las circunstancias de la cocción dotarán de los conocimientos para poder anticipar, más o menos, los resultados finales.
El procedimiento para la preparación de las piezas es alisar bien las superficies cuando están en dureza de cuero, aplicar un engobe de terra sigillata blanca y bruñir ligeramente. Preferiblemente las piezas han de ser de barro de alta temperatura con chamota fina para que resista mejor el choque térmico. Hay que pensar que las expondremos a llama viva. A continuación se cuecen a 960º. Una vez cocidas se aplican elementos como cables, alambres, estropajos de aluminio o lana de acero (que puede servir de cubriente), hojas y demás elementos vegetales y se envuelven en telas. Se aplican distintas sales solubles disueltas en agua (como sulfato de cobre, sulfato de cobalto, cromato de hierro, o dicromato de potasio)
y se dejan secar. Una vez hayan perdido el exceso de humedad se introducen en un bidón con serrín y se enciende el fuego. Los acabados son siempre insólitos y dependen de las reacciones físicas y químicas que se producen en la cocción entre las sales, el fuego, el humo y los materiales con los que se han envuelto las piezas.
La preparación de las piezas y el bizcochado lo realizaría Soul&Clay, ya que se precisa horno cerámico. Las sales son muy venenosas (muy poco respetuosas con el medioambiente) y es necesario usar guantes y mascarilla como protección.
La cocción experimental dura de 3 a 4 horas. Sacar las piezas y ver el resultado puede forzarse o dejar que se apaguen bien los bidones y mostrarlas limpias al día siguiente. Dada la toxicidad de las sales, las piezas no pueden usarse como vajilla.
Fotos de la experiencia en la Escuela Municipal de Cerámica, con los siguientes datos:
Piezas de PRAI bruñidas con sigilata blanca, del mismo barro, y otras capas posteriores , todas rojizas. sigilatadas y bruñidas.
Bizcochadas a 980º. Rodeadas de algas, hojas, flores, hilos de cobre, cubierto todo con lana de acero y empaquetas en tela de camisetas viejas 100% algodón, se supone, y cuerda natural. Paquetes sumergidos en sulfato de cobre diluido en agua (200gr de sulfato para un litro de agua) y, sin secar, metidos en un tubo de anillos refractarios con pisos intermedios de rejilla metálica para que no haya mucha presión sobre los más bajos, entre serrín. La base del tubo tiene una placa cerámica para hacer hueco y que pueda entrar el aire para la combustión, con una puerta accesible por donde entrar los calentadores-sopletes de gas. Se quema todo y se deja en combustión lenta toda la noche. Al día siguiente se sacan las piezas, ya frías.
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