Zakaria Odeh, director de la Coalición Cívica por los Derechos Palestinos en Jerusalén, considera que la campaña BDS “forma parte de la lucha pacífica contra la ocupación israelí”. Para Odeh, este movimiento se inspira en el surgido durante los años ochenta del siglo pasado contra el apartheid en Sudáfrica. Sin embargo, asegura que los visitantes sudafricanos de los territorios ocupados consideran que la privación de derechos es más grave en Palestina de lo que lo fue en su país bajo el régimen de discriminación racial.
El responsable de esta organización de la sociedad civil recuerda que el caso de Sodastream no es el primero que se ha visto afectado por el boicot internacional: “Una compañía francesa que participa en la gestión del tranvía de Jerusalén también se ha retirado”. La sociedad Transdev, filial del grupo Veolia, vendió en agosto sus acciones en la línea de transporte a sus socios israelíes. Un grupo propalestino presentó ante los tribunales franceses en 2008 una denuncia contra Veolia por participar en un proyecto que recorre parte de Jerusalén Este, anexionado por Israel tras la Guerra de los Seis Días, en una decisión que no cuenta con el reconocimiento de la comunidad internacional.
El pasado mes de junio, la compañía telefónica francesa Orange fue criticada por el Gobierno del primer ministro Benjamín Netanyahu después de anunciar que iba a retirar su marca de la sociedad del operador de móviles israelí con el que está asociado. El director general de Orange, Stéphane Richard, que había apuntado a la existencia de presiones que impedían la expansión de su compañía en los países árabes, acabó viajando poco después a Jerusalén para retractarse y pedir disculpas ante el propio Netanyahu.
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