Vemos a Pepe Luí con su eterna sonrisa en la terraza de El Emigrante, muy delgado. A pesar de tener hundida la cara, ahí están sus ojos sonrientes. Me dice que la operación fue bien y que se encuentra en buen estado. Desayunamos, su hermano Ramón invita.
Cogemos el camino de Los Genoveses hasta Mónsul. Quitaron el aparcamiento y lo han puesto más arriba. Y caminos vallados con palos para ir a las playas. Vamos a la Media Luna, que está casi vacía, al costado sur, para resguardarnos del viento. Me meto entre las rocas dando un paseo y hago algunos dibujos sentado sobre las piedras.
A la vuelta han llegado unas cuantas parejas y toman el sol desnudos. Mi favorita es la de un barbudo y una embarazada morenaza con un perro negro que toman la sombra de la sombrilla todos apretujados. Me gustaría que Tranqui disfrutara de todo esto.
Casi a las tres llegamos a San José. Ramón no se hizo con el sargo y de menú ha hecho fabada (!),. Nos vamos al Brigantino que tiene un menú más marinero: carpaccio de sepia, risotto de mariscos y sorbete de sandía.
Mientras Beni descansa, paseo por la parte más vieja de San José. Los viejos bares están cerrados. Desde el trozo sin urbanizar de la costa, donde está el estanco, hago un dibujo de la bahía. Luego bajo a la terraza del Madrágora a tomar una cerveza. Una chica tomada se enrolla con lo flipante que es dibujar y esas cosas mientras un brasa habla de su pelo largo Ibiza una chica vidente jamás he ido a una peluquería. El camarero hace una foto de mi dibujo. Hacemos una ronda de cañas por esos bares que no dan a la costa y nos perdemos entre tanto edificio nuevo. El Duende está chapado. Tomamos el café en el Andrea, donde unos jubilados madrileños hablan de la Seguridad Social, hospitales y operaciones. Vaya día de tópicos.
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