Hay una crisis estructural de nuestros sistemas políticos y económicos, con un desempleo crónico, una caída de los ingresos reales de las democracias y un control del Estado al modo orwelliano; a la vez que los gobiernos permanecen comprometidos con el paradigma del crecimiento sin fin por sí mismo, y están casi todos endeudados con los intereses de las corporaciones energéticas gigantes que están decididos a quemar más combustibles fósiles que el planeta puede absorber sin llegar a ser inhabitable. Por no hablar de la escalada del clima y los desastres ecológicos, la disminución de las reservas de petróleo, el riesgo de escasez de alimentos y una mayor volatilidad de los precios de alimentos, o incluso la posibilidad de un terrorismo global. Por lo tanto, es cada vez mayor entre la gente común la concienciación de que nos encontramos en medio de una crisis de la civilización y no podemos confiar en nuestras administraciones gubernamentales existentes para afectar a una necesaria transformación del orden político y económico internacional. La misma idea de "revolución" social o política está adquiriendo significados nuevos y diferentes. Los nuevos movimientos de protesta tienen estructuras sin líder y se practica la democracia horizontal, así como la negación de la tradicional política de izquierda / derecha y de las ideologías o "ismos", como el socialismo y el comunismo.
No puede haber una auténtica revolución en un sentido moral o global hasta que las necesidades críticas de los pobres sin voz de todo el mundo se prioricen, lo que requerirá la movilización de masas en las calles como nunca antes hemos visto. Luchando no solo por la redistribución de recursos desde el 1% al 99% dentro de nuestros propios países, sino también por una demanda compartida para una distribución más justa de la riqueza, el poder y los recursos en el mundo entero. Tal vez ahí es donde comienza el verdadero significado de la "revolución global", y podría ser nuestra mayor esperanza para un futuro sostenible y justo en el próximo año y más allá.
Adam W. Parsons
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